En corto tiempo los lectores del Diario La Hora leímos dos columnas de nuestro presidente y director, licenciado Oscar Clemente Marroquín, en las que clara y expresamente manifestaba su decepción y desencanto por no encontrar la mejor manera para poder contar con la debida certeza o confiabilidad en nuestros funcionarios o representantes. El 12 de septiembre, Oscar Clemente decía que a pesar de tanto planteamiento serio y formal del magnífico columnista Raymond J. Wennier, educador de carrera y vocación, nadie atendía sus observaciones y recomendaciones para elevar el nivel educativo; la organización y sistemas para aplicar de mejor manera las técnicas pedagógicas más adecuadas a nuestro medio e impulsar el tan ansiado desarrollo educacional.
Tristemente soy del criterio que las decepciones van a seguir igual, período tras período presidencial, mientras los cargos públicos los ocupen gente sin la experiencia y preparación necesaria para que puedan desempeñarlos eficazmente. De ahí parten chapuces populistas, como el de afirmar que el año entrante la educación va a ser gratuita ¿y no lo indica así la Constitución de 1985 pues? O que ya no se van a exigir los uniformes, mientras muy poco se hace por tantas escuelas cayéndose en pedazos, con pobre organización y métodos de enseñanza. ¿Y es que nada podemos esperar de un Viceministro del ramo que declara a un medio que el origen marcial de las marchas septembrinas proviene del gobierno de Castillo Armas? ¿Es que tan paupérrima formación no le permitió siquiera ver una foto de lo que eran los desfiles de don Jorge Ubico, sólo para citar un antecedente?
Más adelante, Oscar Clemente en su columna del 16 de septiembre expresaba su sentir porque alguna vez vio en el diputado Manuel Baldizón algún mérito, especialmente cuando apoyó la gestión de los ancianos para que se les reconociera algo por haber dedicado su vida a servir a sus semejantes o bien, cuando ha escuchado de él propuestas para lograr el mejoramiento de nuestro sistema democrático. No, no es que me las lleve de ser más suspicaz, ni cosa que se parezca, sino que por ser desconfiado de nacimiento, tengo más tiempo de no creer en cantos de sirena.
De esa cuenta es que insisto en decir que, mientras no cambiemos el método, sistema o forma de escoger a nuestros hombres públicos, las decepciones seguirán a granel; lo que no significa que califique al doctor Baldizón de ignorante, mal preparado o incapaz, al contrario, lo considero demasiado listo, ya que de político nuevo, pasó rápidamente a exhibir sus dotes de liderazgo, pero a mi manera de ver tan precipitadamente, que dejó entrever que no sólo buscaba el loable fin de servir a su comunidad sino pasar a servirse de ella y esto, seguirá siendo una costumbre arraigada en nuestra folclórica política, mientras sigamos sin cambiar las estructuras de nuestra democracia desde sus puros cimientos.