El exilio en Suiza del cantante francés Johnny Hallyday para escapar a los impuestos, así como la polémica con la vecina Francia por los privilegios fiscales que reserva a los ricos extranjeros, han abierto un virulento debate en la Confederación helvética.
La clase política suiza rechazó los ataques del diputado francés Arnaud Montebourg, portavoz de la candidata presidencial socialista, Ségolí¨ne Royal, quien acusó a Suiza, y a otros «paraísos fiscales» europeos como Luxemburgo, de saquear a sus vecinos con sus políticas fiscales atractivas.
La unanimidad fue rota por la ministra de Economía, Doris Leuthard, quien en un debate televisado sostuvo que esas políticas son «desfavorables» para los suizos, puesto que sólo son reservados a los extranjeros.
Leuthard citó el ejemplo del campeón de tenis Roger Federer, que paga 10 veces más impuestos que Johnny Hallyday, simplemente por el hecho de ser suizo, lo cual «no es justo».
Esta posición rompe con el punto de vista oficial del gobierno suizo, que estima que si se suprimiese el beneficio, los ricos extranjeros no irían más a Suiza sino que se instalarían en Bruselas o en Londres, donde se los espera con los brazos abiertos.
Leuthard fue llamada al orden al día siguiente de sus controvertidas declaraciones, durante el último consejo de ministros.
Al término del mismo, el gobierno publicó una declaración para afirmar que apoyaba «en su conjunto» el sistema de beneficios fiscales.
Según el portavoz del gobierno suizo, Oswald Sigg, unos 3.600 extranjeros gozan del beneficio fiscal en Suiza y más de la mitad de esos privilegiados vive en la Suiza de lengua francesa, en la región de Ginebra y Lausana.
Esos ricos contribuyentes, a los que algunos llaman los «refugiados fiscales», pagaron en 2004 unos 260 millones de francos suizos (163 M de euros) en impuestos a Suiza y gran parte de esta suma fue a dar a los cantones en los que viven.
Cada cantón decide libremente las condiciones para la atribución de esos beneficios. En principio hay que poseer una sólida fortuna, comprometerse a vivir más de la mitad del año en Suiza y a no trabajar en la Confederación.
A cambio, el extranjero paga impuestos en función de su estilo de vida. En general, los afortunados extranjeros pagan a abogados especializados que negocian con las autoridades fiscales el monto de sus impuestos.
Cuando residen en Suiza, estos extranjeros se benefician también de una ventaja nada desdeñable: la falta de impuesto a la herencia en línea directa. En ese caso son considerados como suizos y sus herederos directos no pagan el impuesto a la herencia.