Sueño de paí­s reconciliado


Barack Obama, candidato demócrata.

Primer negro con posibilidad de disputar la Casa Blanca, el candidato presidencial demócrata, de 47 años, Barack Obama, suele ser comparado con John F. Kennedy por su carisma y la esperanza de cambio que quiere encarnar en Estados Unidos.


Con un mes por delante para la cita con las urnas el 4 de noviembre, Obama debe convencer a los votantes más despolitizados, preocupados por la crisis económica y el lugar de Estados Unidos en el mundo, de su idoneidad para dirigir al paí­s en el cargo al que también aspira el republicano John McCain.

El candidato demócrata ha recorrido ya un largo camino desde su nacimiento el 4 de agosto de 1961 en Hawai, de madre blanca nacida en Kansas (centro) y padre negro originario de Kenia, cuando las parejas interraciales estaban prohibidas en casi todos los estados del sur de la Unión, antes de que la Corte Suprema las legalizara en junio 1967.

«Â¿Quién hubiera dicho que un negro de cuarenta y pico de años con el nombre de Barack Obama se convertirí­a en el candidato del Partido Demócrata?», dijo el propio senador en su proclamación al frente de la fórmula presidencial, al término de unas reñidas elecciones primarias donde resultó derrotada su colega por Nueva York en el Congreso, Hillary Clinton.

El segundo nombre de Obama es Hussein y la derecha republicana no pierde ocasión de destacarlo. Algunos comentaristas la emprenden con su nombre y le llaman Osama, en alusión a Bin Laden, el jefe de la red terrorista islámica Al Qaida.

Barack Obama salió del anonimato una noche de julio de 2004 al tomar la palabra en la convención demócrata desde su modesta condición de legislador local de Chicago. Millones de estadounidenses se reconocieron en el rostro de este delgado hombre negro que subió a la tribuna para pedir el apoyo a John Kerry y, sobre todo, exhortar a la reconciliación de los estadounidenses más allá de las diferencias de raza, edad o género.

Si resulta elegido, Obama aspira a ser el presidente de esa reconciliación. Reivindica constantemente el legado de dos héroes, el apóstol de los derechos civiles Martin Luther King y el asesinado presidente John F. Kennedy, cuya juventud y carisma comparte.

Sus adversarios cuestionan tal pretensión y el bando de McCain cuestiona su patriotismo y su capacidad como comandante en jefe de un paí­s en guerra. Lo acusa de elitista y de falta de juicio, y lo ha tachado de ingenuo e inexperiente.

Educado por su madre en Indonesia durante su primera infancia, luego en Hawai por sus abuelos maternos, Obama es en primer lugar un intelectual. Con una prometedora carrera en el mundo de las finanzas tras su pasaje por la Universidad de Columbia, prefirió dedicarse a la tarea de trabajador social en los guetos del sur de Chicago.

Dejó esa actividad para estudiar en Harvard, tradicional ámbito académico de la élite estadounidense. Fue el primer negro designado jefe de redacción de la prestigiosa Revista de Derecho de Harvard en 1991.

Después de Harvard, regresó a Chicago para trabajar en un estudio de abogací­a donde conoció a quien se convertirí­a en su esposa, Michelle, una abogada diplomada en Princeton y Harvard. Michelle Obama dirige hoy uno de los grandes grupos hospitalarios públicos de Chicago. La pareja tiene dos niñas, Malia y Sasha, de 10 y 7 años respectivamente.

Después de una fracasada campaña en 2000 en pos de una silla en la Cámara de Representantes, Obama fue elegido senador por Illinois en noviembre de 2004, para ser actualmente el único negro en el Senado de Estados Unidos.

Tiene fama de izquierdista por su rechazo a la guerra de Irak, su defensa del derecho al aborto y su oposición a las designaciones de magistrados conservadores en la Corte Suprema.

Pero Obama se define pragmático ante todo y rechaza esa etiqueta. Prometió reducir los impuestos, salvo a los de ingresos más altos, y trabajar con los republicanos.