Sueño americano se hace añicos para ancianos que pierden casas en Florida


El problema hipotecario y de bienes raí­ces empieza a recrudecerse en Estados Unidos. Miles de hipotecas se están perdiendo por la crisis financiera. FOTO LA HORA: ARCHIVO

El remanso de paz de un hogar en Florida, el sueño de los ancianos estadounidenses para los últimos años de sus vidas, está haciéndose añicos para muchos y convirtiéndose en la peor pesadilla por culpa de la crisis económica.


Los avisos de ejecución por hipotecas impagas llegan a los buzones de las casas como una condena nunca imaginada, que amenaza dejarlos en la calle, con su debilidad a cuestas y sin futuro.

La soleada pení­nsula del sureste estadounidense concentra el mayor número de jubilados del paí­s, que buscan pasar sus años de sosiego con buen clima y cerca del mar y la naturaleza, aunque la actual crisis financiera ha puesto en estado de pánico a muchos de ellos.

«A los bancos y a las compañí­as que refinancian hipotecas no les importan los ancianos, se aprovechan de nosotros», dijo Betty Kellogs, de 71 años.

«Estoy luchando con el agua al cuello. Si me hundo y pierdo mi casa no sé adonde iré», afirma antes de aclarar que ella no podrá hacer como otros que se quedaron sin hogar y «viven en sus autos».

Kellogs, recuperada de un cáncer de mama, pero aún débil de salud, tiene su casa en Sarasota, a pocos kilómetros al sur de Fort Myers, un corredor del centro-oeste de Florida que comprende una de las regiones con mayor número de ejecuciones hipotecarias de Estados Unidos.

Por la dramática situación que afrontan muchas familias, el lugar fue elegido por el presidente Barak Obama a inicios de febrero para reclamar desde allí­ apoyo a su plan de salvataje de la economí­a.

Como parte de ese paquete, Obama firmó un plan de rescate por 75 mil millones de dólares que permite a quienes están por perder sus viviendas negociar una reducción de los pagos.

«El presidente no puede ayudar a todos» los que están en problemas con su casa. «Va a necesitar años para lograrlo y nosotros los ancianos no tenemos tiempo para esperar. Sé que no tengo años», repite Kellogs.

Los mayores de 65 años representan cerca del 20%% de la población total de Florida, de 18 millones de habitantes.

Empresarios ricos, en especial oriundos de estados frí­os del centro y norte del paí­s, tienen sus casas de vacaciones aquí­, y una vez que se jubilan pasan la mitad del año en Florida durante los meses más templados, y regresan hacia el norte cuando el calor agobia.

No es el caso de Terry Quackenbush, de 77 años, un antiguo residente en Osprey, también próximo a Fort Myers. Su casa entró en proceso de ejecución en 2008 y él afirma que para junio lo sacarán definitivamente a la calle.

Pero eso no es hoy lo que más le preocupa, asegura, sino el destino de varios adictos a las drogas y alcohol que residen en su casa, donde funciona un centro de asistencia para esas problemáticas.

«Pienso qué pasará con esta gente el dí­a que me saquen la casa. Dos de ellos estaban viviendo en un bosque cerca de aquí­ cuando vinieron a pedirme ayuda y me temo que tendrán que volver a vivir ahí­», dijo.

En Miami y alrededores el número de ejecuciones hipotecarias más que se duplicó en un año al pasar de 26.691 familias que perdieron sus casas en 2007 a 56.656 que debieron entregarla en 2008 por falta de pago, según cifras del condado Miami-Dade.

En enero de 2009, el número de ejecuciones en el distrito llegó a 6.042, de acuerdo al mismo registro.

Por la enorme cantidad de ejecuciones hipotecarias, las calles de Miami deberí­an estar inundadas de «homeless» (personas sin hogar), pero no se ha llegado a ese punto «por los programas de ayuda social y porque mucha gente se muda temporariamente a casa de familiares», dijo David Raymond, director del Homeless Trust, agencia pública de asistencia del condado.

«A raí­z de las ejecuciones aumentó seis veces el gasto que destinamos a programas de protección, y se cuadruplicó el número de pedidos de ayuda de gente que está a punto de ir a la calle», agregó.

Felipe Arruabarrena, un cubano de 68 años, vive en un refugio para personas sin hogar en Miami. «Me quedé sin el apartamento. Ahora me están ayudando a conseguir algo que pueda alquilar con mi bajo ingreso», contó.

Desde la agencia de Servicios Legales del Gran Miami, la abogada experta en asuntos de vivienda Carolina Lombardi dijo que «por varias razones es enorme la cantidad de gente anciana que enfrenta ejecuciones».

«Lamentablemente mucha gente mayor no entiende los términos de los préstamos», como el hecho de que son ajustables y hay gastos de impuestos y seguros que se suman, señaló.

Pero además, agregó, muchos de ellos fueron engañados por prestamistas y agentes financieros «que les han dado hipotecas para las que no reuní­an los ingresos necesarios».

Valerie Williams es una jamaiquina que adoptó la nacionalidad estadounidense en 2004. Afirma que tiene muchos años, pero prefiere no revelar su edad.

Construyó su casa en Tampa con mucho esfuerzo y está apunto de perderla.

«Esta situación me ha hecho perder toda confianza (en el sistema estadounidense). Siempre creí­ que si se trabajaba duro en este paí­s uno podí­a tener su casa».

REFUGIO Niños sin hogar


Tonaiya Dyer y Jonnathan Lewis juegan juntos todas las tardes en un refugio del centro de Miami mientras sus padres, que se quedaron sin trabajo y sin hogar en medio de la crí­tica situación económica que atraviesa Estados Unidos, buscan la manera de reacomodar sus vidas.

Cerca de un centenar de niños alojados en el refugio de la organización Coalición para desamparados de Miami (Miami Coalición for the Homeless, en inglés) esperan volver pronto a la normalidad de un hogar, mientras juegan y hacen actividades con otros pequeños que están en la misma situación.

Tonaiya, de 5 años, llegó al refugio con sus padres después que dejaron la casa en que viví­an por no poder pagar más la renta. Lo mismo ocurrió con la familia de Johnnatan, de 6 años. Los niños se divierten corriendo por un salón, mirando videos, leyendo o en actividades en las que maestras voluntarias los guí­an.

«En general tenemos un promedio de 100 niños, pero cambia cada semana», dijo Nicole McKenzie, coordinadora en el salón de juegos para niños.

«Algunos no se quieren ir una vez que sus padres encontraron una casa para vivir, porque se divierten aquí­», dijo McKenzie.

La Coalición para desamparados aloja a las familias por un plazo máximo de dos meses, y las ayuda mientras tanto a encontrar un trabajo y una casa para alquilar que esté al alcance de sus posibilidades.

El número de familias sin hogar en Miami, desalojados por falta de pago de la hipoteca o del alquiler, aumenta cada mes debido a la actual crisis económica.

En enero, el número de ejecuciones hipotecarias en el condado Miami-Dade llegó a 6.042. Mientras que en 2008, el número de familias que perdieron sus viviendas por hipotecas impagas totalizó 56.656, según cifras oficiales.