Suelo desertificado


Desierto. En España se está llevando a cabo una conferencia sobre el proceso de desertificación (foto de archivo).

España, sede estos dí­as de la VIII Conferencia de la ONU sobre la Lucha contra la Desertificación, es el paí­s más árido de Europa, con un tercio de su territorio en proceso de convertirse en zona desértica, y está sufriendo una «africanización» del clima.


«El problema de la desertificación se puede considerar grave en un 31,49% de la superficie española, lo cual indica la magnitud del problema a que nos enfrentamos», opina el ministerio español de Medio Ambiente.

Según la ONU, el 6% del suelo español ya se ha degradado de forma irreversible. Las zonas más afectadas son las islas Canarias, frente a Marruecos, y el sur y la costa mediterránea (sureste).

Un total de 159.337 kilómetros cuadrados, de los 506.061 que ocupa España, sufren un riesgo alto o muy alto de desertización (un 31,49%), según el ministerio.

En las regiones de Murcia, Valencia y Canarias, el riesgo de desertización es alto o muy alto: en Murcia es del 99,09%, en la Comunidad Valenciana, del 93,04% y en Canarias, del 90,48%.

Les siguen Castilla-La Mancha (el riesgo alto o muy alto de desertización afecta al 43,68% de su territorio), Cataluña (41,88%), Madrid (37,52%), Aragón (28,66%), Baleares (25%) y Andalucí­a (22,30%).

Sólo se salvan actualmente las regiones de Galicia, Asturias y Cantabria (norte).

Para detener este proceso no ayudan algunos datos alarmantes: España ocupa el primer puesto en Europa en consumo de agua, tiene una demanda de energí­a «exageradamente elevada», la temperatura ha subido un 1,5ºC, más del doble del aumento mundial, se ha perdido el 85% de superficie de los glaciares de los Pirineos (norte) y el 60% de los humedales.

«El paí­s ha entrado en una clara ’africanización del clima’», advierte Greenpeace en un estudio elaborado recientemente ante la Conferencia de la ONU.

La mano del hombre en actividades como la sobreexplotación de los recursos hí­dricos, la tala indiscriminada de árboles, la agricultura intensiva, los incendios y el crecimiento imparable de la construcción de inmuebles son algunos de los responsables del proceso.

«A pesar del aparente enfriamiento del sector inmobiliario, los planes de crecimiento siguen siendo tan desmedidos como frenéticos», alerta por su parte Ecologistas en Acción, que da unos escalofriantes datos.

En Murcia se pretenden construir medio millón de viviendas nuevas en los próximos 30 años, en la Costa del Sol, 540.000, en Galicia, 600.000 viviendas en 5-10 años, en Castilla-La Mancha, 700.000 casas en 20 años, y hasta un millón de viviendas en la región de Madrid.

Por si fuera poco, España es «el paí­s más afectado por el cambio climático de toda Europa y a pesar de ello, el más alejado del mundo de sus objetivos» del Tratado de Kioto, con un incremento de los niveles de CO2 del 48% respecto a 1990, es decir, 33 puntos por encima del compromiso para 2008-2012.

Y España sufre la sequí­a doblemente: además del deterioro de su suelo, está recibiendo en los últimos años la llegada incesante de inmigrantes del ífrica subsahariana, que huyen de la pobreza causada en parte por la desertificación de sus paí­ses.

Estas «repercusiones ambientales, sociales y humanas» de la sequí­a «no sólo se van a notar en España», sino en general en toda la cuenca del mar Mediterráneo y también en zonas como Centroamérica, estima Julio Barea, responsable de Greenpeace.

Tras firmar la Convención de la ONU para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD, en sus siglas en inglés), que se adoptó en Parí­s en junio de 1994 y entró en vigor en 1996, España –que a finales del siglo XIX se planteó por primera vez la repoblación forestal– está elaborando un Plan Nacional contra la Desertificación para determinar factores y medidas necesarias para luchar contra esta lacra.

Además, la ministra española del ramo acaba de proponer a la Unión Europea (UE) ser sede de un Centro Europeo para la Sequí­a y la Desertificación.