Quizá sólo en el Mundial de Estados Unidos, en 1994, se habí­a temido que la selección anfitriona no avanzara más allá de primera ronda. En el resto de los campeonatos disputados, el paí­s local no ha tenido ningún problema para ello, y, por suerte, los estadounidenses no decepcionaron.

Que el anfitrión -en un evento de tal magnitud- no llegue a instancias finales, significarí­a que el interés del público local decaiga. Claro está, que en un Mundial de futbol, eso no podrí­a pasar nunca, dado el interés de todo el planeta en la competición.

Con esto, queremos decir, que por primera vez hay un real «temor» de que el anfitrión no avance a octavos de final, por lo menos. Claro está, nadie extrañarí­a a este conjunto africano en segunda ronda, porque no ha sido de los tradicionales. Para la FIFA, es mejor negocio rotar el torneo entre las distintas confederaciones, y ahora le toca a ífrica, y no hay otro paí­s con la infraestructura y con la tradición futbolí­stica, aparte de Sudáfrica, para organizarlo.

Es la cabeza de serie del Grupo A, que tiene como rivales a México, Francia y Uruguay, con los que tiene un historial negativo, por lo que se prevé que no clasifique.

RELATIVO A LA HISTORIA

La historia polí­tica de Sudáfrica está í­ntimamente relacionada con la historia deportiva. Debido al sistema de Apartheid, la selección estaba legalmente imposibilitada de convocar a jugadores negros para jugar hombro con hombro con los blancos.

De hecho, Sudáfrica siempre estuvo en la mira de la FIFA por estas anomalí­as de í­ndole polí­tico, pero la máxima institución del futbol, que prefiere mantenerse ajena a conflictos regionales, no se pronunciaba.

Fue hasta 1976, tras los violentos incidentes de Soweto, que se le expulsó de la FIFA, suspensión que duró 16 años. Ya en la década de los noventa, se instituyó la Asociación Sudafricana de Fútbol, cuyos principios aceptaba una selección multirracial, por lo que la FIFA levantó el embargo, y los sureños jugaron su primer partido en varios años contra Camerún.

Cuatro años más tarde, Sudáfrica fue anfitrión de la Copa Africana de Naciones, torneo al cual no habí­an participado nunca. Nelson Mandela, presidente de Sudáfrica y principal sí­mbolo de la lucha contra el Apartheid, gozó de la obtención de ese campeonato.

Ese mismo año, iniciarí­an las eliminatorias para el Mundial de Francia 98, y obtendrí­an su clasificación como uno de los mejores equipos africanos. Sin embargo, en el último torneo del milenio, no lograron avanzar a segunda ronda, perdiendo por tres goles contra Francia, y empatando con Dinamarca y Arabia Saudita.

Cuatro años después, repetirí­an en la cita Mundial de Corea-Japón, pero de nuevo no pudieron pasar a segunda ronda, aunque sí­ obtuvieron su primer triunfo en un Mundial, al vencer 1 a 0 a Eslovenia.

En 2004, fueron nombrados para ser el primer paí­s africano para organizar una copa del mundo de futbol. Tal alegrí­a no pudo ser ratificada con la clasificación al Mundial de Alemania 2006, lo cual les hubiera servido para tomar confianza y tener más experiencia en citas mundialistas.