El aspaviento es conocido, puesto que cada poco tiempo se produce el mismo chantaje para asegurar que se mantenga el subsidio que el Estado entrega a los dueños de los buses del transporte urbano de la ciudad de Guatemala. Siempre es el mismo patrón y se amenaza con un incremento que pone a temblar el bolsillo de los guatemaltecos, pero en el fondo todos, es decir las autoridades, los empresarios y los mismos usuarios, sabemos el final de la trama: nuevo ajuste en el monto del subsidio para permitir mayor ganancia a los autobuseros sin que la calidad cambie en absoluto ni el usuario tenga el menor beneficio.
Desde los tiempos de Romeo Lucas, cuando se dispuso un alza en el precio del pasaje que provocó disturbios serios en la capital, se viene otorgando subsidio a los transportistas para que no hagan efectiva su amenaza de aumentar el precio del pasaje. Nadie controla el subsidio ni su destino, no obstante que la Constitución de manera categórica obliga a la Contraloría de Cuentas a auditar hasta el último centavo del erario. La Municipalidad se lava las manos diciendo que es el Ministerio de Comunicaciones el obligado a pagar y, por lo tanto, a fiscalizar, mientras que el Ministerio dice que esa competencia, de controlar y fiscalizar, es de la Municipalidad, creando un limbo muy conveniente para que siga la fiesta que se alimenta con el clientelismo político porque los transportistas encontraron, desde tiempos de Colom, la veta para sacarle raja a la negociación política y ahora son parte de los privilegiados financistas de campaña.
Sabemos todos, pues, que este sainete terminará como siempre. No habrá aumento al precio del pasaje y los guatemaltecos nos quedaremos tranquilos suponiendo que no estamos pagando más por el transporte. La verdad es otra, porque de las contribuciones del pueblo sale el dinero que felizmente se reparten los que pertenecen a una asociación que monopoliza el recurso, que decide sobre cuántos buses se cobra el subsidio, circulen o no circulen, y a quiénes se les entrega el dinero.
La solución también la sabemos todos, especialmente quienes hemos visto cómo funciona el transporte público en otros lugares del mundo. Ese servicio público es controlado por el municipio o por el Estado y sólo de esa forma puede prestarse eficientemente. El Transmetro en Guatemala ha sido una muestra, porque cobrando lo mismo presta un mejor servicio que el de los buses.
Si sumamos subsidio más los robos de los buses rojos y el transurbano, hace rato que tendríamos un sistema moderno, eficiente y seguro. Pero como interesa el trinquete, seguiremos como estamos.
Minutero:
Nunca habrá un recorte
al subsidio en el transporte
porque gracias a ese parto
es muy jugoso el reparto