Sublime farsa


Con mucha dificultad, el soldado Lazlo Braler obtuvo un permiso de tres dí­as para ir a ver a su madre al hospital de la región, cerca de la frontera húngara-rumana, pero se tardó algún tiempo más.

César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Sucedió que una señora agonizante, al verbo uniformado, lo confundió con su propio hijo militar, del cual no sabí­a nada desde hací­a mucho.

Aunque la progenitora de Lazlo fue dada de alta, éste se quedó al lado de la moribunda, fingiendo ser el vástago ausente; así­, provocó que los últimos dí­as de la enferma se llenaran de calor y de alegrí­a.

Cuando ella murió, el joven llevaba ya siete dí­as de atenderla fielmente, y de llamarla «mamá».

En el cuartel, al regresar, fue castigado con un mes de arresto, pero, en el Cielo, ya se le habí­a reservado una feliz eternidad.

LA BONDAD ES CANTO QUE ALEGRA A LA TIERRA COMO AL PARAíSO.