Esqueletos de mamuts, de osos de las cavernas y de rinocerontes lanudos pasarán bajo el martillo el próximo lunes en la sede de la casa Christie’s en París, en una subasta que deleita a los coleccionistas pero enoja a los científicos.
Esta rara subasta de paleontología en Francia comprende en su catálogo el esqueleto completo de un mamut de Siberia, estimado entre 150 mil euros y 180 mil euros (1euro=1,34 dólares), otro de un rinoceronte lanudo (entre 50 mil y 65 mil euros) y un tercero de un oso de las cavernas (entre 20 mil y 25 mil euros).
Todos ellos tienen varias decenas de miles de años de antigí¼edad y pertenecieron a un «coleccionista privado europeo», según Christie’s.
Junto a estas ’reliquias’, se venderá al mejor postor una colección de fósiles y de curiosidades naturales procedentes de un veterinario.
El doctor Jean Bouhana se separa así de los restos de un pez ángel, de unos 50 millones de años de antigí¼edad (entre 50 mil y 80 mil euros), y de varios trilobitos, unos pequeños invertebrados que existieron hace unos 400 millones de años.
La casa de subastas, que inscribió un total de 87 lotes para esta venta, propone asimismo un meteorito de 150 kg (entre 90 mil y 120 mil euros) y un bezoar de 12 cm de largo (entre 15 mil y 25 mil euros), una especie de perla que se forma en el estómago de algunos herbívoros.
Desde el anuncio de la venta y la exposición de los esqueletos, un desfile de curiosos se pasea a diario por los salones de Christie’s en la capital francesa.
El día de la subasta, el lunes, «habrá mucha gente en la sala», asegura Fleur de Nicolay, a cargo de la venta, que prevé la participación de compradores de todo el mundo.
Pero no todo el mundo aplaude esta iniciativa. Muchos científicos se muestran hostiles, puesto que para ellos el principal problema de la venta, ya sea legal o no, concierne la determinación de su valor científico real.
«Existe un gran número de fósiles sin interés», indica el paleontólogo Philippe Janvier, del Museo Nacional de Historia Natural de París.
Pero «el problema es que hay piezas extremadamente importantes, aptas para hacer progresar la ciencia, que pueden hallarse entre los lotes», recalca.
Jean Le Loeuff, director del museo Dinosauria en el departamento sureño de Aude, reconoce que la venta de fósiles le «molesta», sobre todo porque no hay ninguna legislación que regule su comercialización en Francia.
«Los propios museos no compran desde hace siglos», agrega este especialista. Por su parte, el paleoantrópologo Martin Pickford, del Colegio de Francia, estima que este tipo de comercio es «totalmente inaceptable» puesto que «alienta a la gente a deteriorar» el patrimonio científico.
«El afán de lucro» lleva a los compradores «a apropiarse de fósiles sin preocuparse lo más mínimo de su contexto geológico y a borrar así informaciones preciosas», defiende Pickford.
Los fósiles generan un auténtico mercado actualmente, sobre todo en Estados Unidos y Japón, donde se organizan ferias o salones de ventas.
En Francia, donde el sector está arrancando poco a poco, un esqueleto de mamut se adjudicó en junio de 2006 por 180 mil euros y un cráneo de espinosaurio, por 98 mil euros en 2005.