El presidente de Alemania, Horst Koehler, renunció sorpresivamente hoy a raíz del escándalo provocado por sus recientes declaraciones vinculando la intervención militar en Afganistán a los intereses económicos alemanes, en un país mayoritariamente pacifista.
«Renuncio a mis funciones de presidente federal inmediatamente», declaró Koehler, de 67 años, en una breve declaración televisiva en la sede de la presidencia en Berlín junto a su esposa Eve Luise.
Aunque se trata de un cargo esencialmente protocolar, el presidente federal goza de un gran prestigio en la medida en que es el primer personaje del Estado.
La renuncia de Koehler constituye un nuevo rompecabezas para la canciller Angela Merkel, que tendrá que encontrar un candidato de su partido, la Unión Cristiana Demócrata (CDU), para la presidencia.
Merkel dijo que la renuncia la había «sorprendido» y que «lamentaba profundamente» esa decisión.
«La gente en Alemania está muy triste. Era el presidente de la gente, de los ciudadanos», dijo Merkel al comentar la renuncia de Koehler.
«Lamento que mis declaraciones sobre un tema tan importante como difícil para nuestra nación hayan podido conducir a malentendidos», declaró Koehler al presentar su renuncia.
Koehler explicó que tomó esta decisión tras unas declaraciones, realizadas recientemente a una radio, en las que vinculó la necesidad de compromisos militares alemanes en el extranjero a la defensa de intereses económicos.
Tras esas declaraciones, afirmó haber sido mal comprendido, y que sus declaraciones no se referían a la impopular misión alemana en Afganistán sino a los ataques de los piratas somalíes.
Sin embargo, sus declaraciones provocaron reacciones virulentas, en particular en filas de la izquierda radical Die Linke y de los Verdes, en un país profundamente pacifista desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuya población se opone mayoritariamente a la intervención militar en Afganistán.
Todo lo que tiene que ver con el ejército alemán sigue siendo un tema sensible en Alemania, 65 años después de la caída del nazismo.
Una parte de la población sigue rechazando en forma radical cualquier despliegue del ejército alemán en el extranjero.
Koehler, ex dirigente del Fondo Monetario Internacional (FMI), fue electo presidente de Alemania en 2004.
En el momento de su elección era casi un desconocido, pero desde entonces se convirtió en una figura muy popular, en particular por sus críticas a los banqueros durante la crisis financiera, lo que le permitió incluso formular algunas observaciones sobre el gobierno de Merkel.
El sucesor de Koehler debe ser elegido en un plazo de 30 días.
La presidencia interina de Alemania corresponde entretanto al presidente de la Bundesrat, cámara alta del parlamento, el socialdemócrata Jens Bohrnsen.