Las actitudes y decisiones de los políticos nunca dejan de sorprenderme y fastidiarme. Se les pasan los días endeudando a los guatemaltecos, haciendo negocios turbios o simplemente robando descaradamente el dinero del pueblo, y así se olvidan de los que vivimos y trabajamos honradamente en el país.
No hay día en que los gobernantes no den argumentos para criticarlos por sus acciones. Sin embargo, a veces también resulta increíble lo que no hacen, y el ejemplo más claro está en la ausencia de una respuesta para el serio problema de la migración y la movilidad humana.
Parece una constante de los últimos gobiernos el inmovilismo de las autoridades ante la urgente necesidad de mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos en el extranjero o para evitar que la gente tenga que abandonar el país por las condiciones precarias de vida.
En pocos años de ejercicio periodístico he visto como varios presidentes, ministros, viceministros y otros funcionarios esperan sentados a que Estados Unidos resuelva nuestro problema con una reforma migratoria, y de este lado no se les ve ni una acción o un plan serio sobre este tema.
Hasta ahora lo más fácil para los gobernantes guatemaltecos ha sido exponer a Estados Unidos como el personaje “malo” de la historia de los migrantes, pero los que son realmente malos son los políticos criollos, a quienes no les importa el tema y se caracterizan por el inmovilismo.
Solo hay evidencia de un mínimo esfuerzo, pero que está muy lejos de ser una solución para el problema. Es verdaderamente triste observar el pésimo recibimiento de los deportados en la Fuerza Aérea Guatemalteca y la falta de un programa efectivo para ayudarlos a encontrar un empleo de calidad, que pueda suplir su necesidad de migrar.
Ayer publicamos en La Hora el reportaje “Migrantes indocumentados pasan un año más de incertidumbre”, en el que se evidencia el drama migratorio. En el trabajo periodístico exponemos que según la Dirección General de Migración (DGM), en el transcurso de 2013 han sido deportadas 45 mil 616 personas, en más de 395 vuelos y que la suma total desde el 2009 hasta la fecha supera las 128 mil deportaciones.
Estas cifras nos dan una idea de la magnitud del desafío que como país tenemos enfrente, pero sobre todo, de la necesidad de que los políticos, gobernantes y tomadores de decisiones pongan manos a la obra en planes concretos para frenar a las migraciones y mejorar las condiciones de los indocumentados en el extranjero.
El Presidente no puede decir que aumentó la creación de empleos y esa es la solución del problema, porque el verdadero conflicto está en los salarios precarios y la ausencia del Estado cuando se trata de prestar los servicios básicos. Es necesario que cambie de discurso y que le entre de lleno al tema.
Al final, me quedo con las palabras de la Coordinadora de la Mesa Nacional para las Migraciones: “Guatemala no puede ir a pedir una Reforma Migratoria en Estados Unidos cuando aquí no han mejorado las condiciones de vida. Casi no se tienen políticas públicas adecuadas para garantizar que la gente no tenga la necesidad u obligación de irse. Se trata de pedir pero también dar”.