Sonrisa, sueño y esperanza


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Aristóteles dijo: “la esperanza es el sueño del hombre despierto”. Es decir, no se trata de generar falsas expectativas a partir de la irracionalidad, ni de descansar en una suerte de fe malentendida para abandonarnos al desdén. Toda esperanza hacia un futuro mejor debe partir de un plan bien trazado, trabajo en equipo, orden, disciplina, evaluación de resultados y repartición de saldos.

Fernando Mollinedo
fermo@intelnet.net.gt

 


Los guatemaltecos hemos demostrado que las adversidades y el tiempo nublado no pueden avasallarnos ni abatirnos; ello se lo debemos a la estructura social basada en la célula fundamental de la familia y en un valor supremo como lo es el de la solidaridad.

La democracia representativa que confí­a a ciegas en sus gobernantes y legisladores sin más compromiso de la mayorí­a de éstos que agotar su perí­odo en medio de la opacidad y abuso de gran parte de la administración local, y un Gobierno que genera división y desequilibrio entre poderes,  poco margen de acción dejan a las decisiones trascendentes para la propia república.

El poder público es un elemento del Estado, pero no suplanta ni es sustituto de la fuerza, organización y valores de su población.  Ser ciudadano implica un alto compromiso con la cosa pública, el cual no se agota con el solo ejercicio del voto; vivimos en una república democrática, lo cual trae cantidad de ventajas; pero de manera desafortunada acarrea también desencuentros que aparejan desencanto en la gente.

La representatividad en el Congreso guatemalteco es muy numerosa y se desvirtuó su razón de ser, las iniciativas para su reducción  duerme el sueño de los justos; mucho acaparan los polí­ticos en la vida pública y mucho también,  desprecian a los ciudadanos para no cumplir su parte.  La trampa está en que, depende  de los partidos polí­ticos dar los pasos para traspasar una porción de ese poder público a la gente.  Pero ese paso representa sacrificios evidentes e inmediatos para los intereses personales o de grupo.  Es un cí­rculo vicioso.

El cálculo polí­tico impide ir hacia adelante con reformas estructurales que podrí­an dar vigor a la economí­a y generar empleos.  La mezquindad de diversos sectores (léase iniciativa privada) al pretender hacer creer a la población que la violencia que se registra en el paí­s, es responsabilidad absoluta del Estado y no al revés, por la cooptación que ejerce en la vida pública, es deleznable.

Emmanuel Kant dijo: “como el camino está sembrado de espinas, Dios ha dado al hombre tres dones: la sonrisa, el sueño y la esperanza”. Cierto, y así­ debe de ser, estos dones deben acompañarnos hoy más que nunca; pues transitamos por un camino bifurcado; nos iremos por la ruta de la demolición, del desánimo y la exacerbación artificial de nuestros problemas ¿o bien optaremos por el camino de enfrentar los problemas, con tales dones?