Somera taxonomía de socialistas


Luis_Enrique_Prez_nueva

Defino dos géneros de socialistas: los puros, y los impuros. Los puros tienen fe religiosa en la ideología marxista; y ansían abolir la economía libre. Los impuros no tienen semejante fe. Heréticamente creen que el marxismo debe ser renovado, porque la historia misma lo exige; y esa renovación prefiere conservar alguna porción de economía libre.

Luis Enrique Pérez


En el género de socialistas puros, defino dos especies: ortodoxos, que pugnan por instituir el marxismo por medio de una violenta revolución; y heterodoxos, que pugnan por instituirlo pacíficamente. En el género de socialistas impuros, defino también dos especies: ortodoxos, que prefieren instituir pacíficamente un renovado marxismo, aunque admiten la posibilidad de instituirlo por medio de una violenta revolución; y heterodoxos, que prefieren instituirlo sólo pacíficamente.
   
    En cada especie hay variedades. Definiré, por su licenciosa abundancia, sólo variedades de la especie de socialistas impuros heterodoxos; y de ellas definiré las seis variedades más notables. Primera: los versátiles. Están dispuestos a cambiar si las circunstancias políticas tornan conveniente el cambio. Segunda: los camaleónicos. Transigen para adaptarse y subsistir. Tercera: los versátiles. Aceptan cualquier modalidad de socialismo. Cuarta: los pragmáticos. Procuran beneficiarse económicamente de ser socialistas. Quinta: los resentidos. Sufren la riqueza ajena más que la miseria propia. Sexta: los histriónicos. No son socialistas ni en la superficie ni en el fondo; pero se aprovechan de parecerlo. Y séptima: los imbéciles. Son aquellos que, por causa de un aciago destino mental, jamás comprenderán, en general, qué es la economía; y en particular, qué es la economía libre.
   
    Algunos socialistas (de cualquier género, especie o variedad) afirman que la economía libre, que suelen denominar “capitalismo”, ha fracasado. Hasta creen que ha muerto, y jubilosos se embriagan sobre su imaginada tumba. Empero, ha fracasado, no la economía libre, sino el intento gubernamental de dirigirla; y para dirigirla, el gobierno ejerce su exclusivo poder de fabricar dinero, influye en la tasa de interés y en la oferta de crédito bancario; subsidia actividades económicas, restringe el comercio exterior, e impone tributos sobre el capital y la renta. Es decir, algunos socialistas han confundido, con alucinógeno delirio, la economía libre y la economía dirigida por el gobierno; y animados por esa confusión pretenden renovar la esperanza en que tendrá éxito aquello que, por ser intrínseco error económico, está concebido para fracasar: el socialismo.
   
    El filósofo Ludwig Wittgenstein afirmaba que nada es tan difícil como no engañarse a uno mismo. Los socialistas brindan un ejemplo de esa dificultad; y se autoengañan hasta creer aquello que, aunque repudiado por la realidad, ansían creer: que ha fracasado, no la economía dirigida por quienes gobiernan, sino la economía libre.
   
    Nunca ha habido economía libre pura, sino sólo economía libre impura. Ha predominado la impureza, aportada por el gobierno. La ha aportado porque no ha pretendido normar jurídicamente la libre actividad económica para que esté sometida al derecho, como debe estarlo toda actividad humana, sino que ha pretendido dirigirla. Esa pretensión ha sido causa de espantosas catástrofes económicas, que jamás provocaría la economía libre.
   
    Post scriptum. Si algunos socialistas quieren creer que un elegante corcel es un torpe rinoceronte, está permitido que lo crean, porque ilimitadas son las posibilidades del creer. Y si esa confusión les causa dicha, entonces muy dichosos sean.