Sombras nada más…


El tí­tulo de esta columna fue plagiado del tí­tulo de una sentimental canción de nuestros tiempos que comenzaba «sombras nada más entre tu vida y mi vida…» y que refleja de alguna manera lo que observo en el presente y el futuro en el paí­s, cubiertos ambos por sombras de amargura, frustración, descontento, ira, desconfianza, dolor, pobreza y muchos males que cual plagas apocalí­pticas han caí­do en nuestro paí­s durante largos 50 años, 35 de ellos de una guerra sucia que nos dejó heridas difí­ciles de restañar.

Héctor Luna Troccoli

Preocupa en el presente ver que se ha creado un poder paralelo más fuerte que el Estado mismo, conformado principalmente por el crimen organizado en el que incluyo a las maras que cuentan también con una organización y «normas de actuación» en donde cometer crí­menes sádicos por sus miembros no es deshonra, sino honor, las cuales son apoyadas por las élites del crimen de alto nivel, principalmente el narcotráfico, para mantener ocupadas a las fuerzas de seguridad mientras ellos hacen su tarea, ayudados por la corrupción que campea en los tres organismos del Estado.

Ahora narcotraficantes son diputados, o funcionarios de alto rango de los otros dos organismos son sirvientes por la paga, al igual que muchos profesionales, en los que incluyo lastimosamente para mí­, por ser mi profesión, a abogados de renombre, incluyendo alguno que fue presidente de ese colegio y que la Policí­a lo tiene fotografiado e identificado, sin poderle probar nada.

A veces siento que Guatemala agoniza. Que ya es un enfermo terminal sin posibilidades de rescatarlo de las garras de la criminalidad en general. Y esas sombras que se vuelven cada dí­a más negras, patéticamente parecen que serán parte del futuro, quede quien quede de presidente o en los cargos más importantes, porque, tal como ha hecho el actual gobierno, solamente ocuparán cargos, no los decentes ni los capaces, sino, como dice Berger, «sus hombres de confianza» o «miembros del equipo», basta pues, que sean cuates, correligionarios o seguidores incondicionales para que se merezcan puestos en la administración pública, encargada de dirigir y servir al Estado y donde se abren las posibilidades para muchos, de llenarse los bolsillos al costo que sea.

Lo peor del caso y pese a ser un paí­s de indiferentes y miedosos, siento que ya la paciencia se está agotando y si antes los golpes de Estado eran cosa de los militares o de civiles ambiciosos como Serrano Elí­as, no olvidemos que una vez, por medios legales y legí­timos se volvió al Estado de Derecho y se «depuró» el Congreso. ¿No será posible que se «depure» el Estado, ya que la soberaní­a es del pueblo y sólo la delega en los tres organismos del Estado?

***Nota aparte. Al señor Ibrahim Garcí­a que me ha enviado varios correos electrónicos para solicitarme entre lí­neas ser «su asesor financiero» por lo que he escrito sobre la crisis bancaria, le digo con mucha pena que no puedo ayudarlo y que lamento que haya hecho malas inversiones como otros miles de guatemaltecos que no aprendieron de Autocasa. Para hacer una inversión sólida, le doy un consejo, hay que dejar a un lado la ambición por jugosos intereses y utilizar el sentido común.