Como consecuencia de ser un político, tengo necesidad de exiliarme el día 12 de marzo de 1981, cuando mi Partido Revolucionario hacia gobierno, tengo que salir huyendo de mi patria. Momentos muy duros para quienes hemos tenido la mala suerte de encarar este problema. El sufrimiento es indecible. La familia tiene que soportar esta dura prueba, sin contar cosas íntimas que muchos desterrados saben.
Lo cierto es que hay presión familiar de apartarme decididamente de esa peligrosa actividad. Y a fe que esa es mi intención. Vuelvo a la patria. Principio a rehacer mi delicada situación económica en el bufete profesional. Se produce el golpe militar del 23 de marzo que saludo con toda sinceridad y emoción guatemalteca. No obstante aquellos difíciles momentos vividos en la temeraria huída hacia el ostracismo, pienso que el PR debe ser una salida para este país convulsionado por la violencia y reincido con esa inquietud propia de un político de lograr una nueva imagen para ese partido.
Hay esfuerzos comunes e ideales renovados. Se producen las leyes por el triunvirato militar dictadas por el Presidente para encauzar al país a la democratización y el tambaleante partido hostilizado por sus adversarios, inicia su reencuentro con sus bases y pretende atraer a sus viejos líderes.
Sololá es un departamento violentado. La penetración entonces muy difícil, la nueva dirigencia es acosada con cartas y proclamas salidas de mi pluma y soy desplazado de la misma. Esa dirigencia tiene que buscar en la nueva reestructuración del partido a otro líder capaz que pueda esforzarse para ponerlo de pie otra vez. No lo encuentra, entonces busca al antiguo dirigente y una nueva generación, que paso a paso se abre muy inteligentemente en el partido me convence para que reorganice las decaídas fuerzas perristas en era región.
El PR fue derrotado en la última elección anulada por el triunvirato y con toda responsabilidad aceptó el reto.
Logrado en poquísimos días la reorganización con los viejos líderes políticos del departamento con algunas deserciones respetables que habré de lamentar si no vuelven al PR.
Se anuncia la elección de la próxima constituyente a instalarse prontamente. Se me ofrece la oportunidad de ocupar un escaño para elaborar la CARTA MAGNA, el marco jurídico que ansiosamente espera el país como una esperanza para frenar la violencia y volver a la paz y son esas bases partidarias las que me señalan con alguna oposición de mi parte. Declaro que soy un pesimista de que una Constitución propicie el milagro de esa paz anhelada. Pero como ciudadano es necesario contribuir a restituirla.
Continuará.