Sólo para quienes tienen conflictos con Dios


 El libro al que voy a referirme no es, precisamente, lectura para sacerdotes, pastores, cardenales, obispos, profetas, apóstoles ni teólogos de cualquiera de las confesiones o denominaciones cristianas; pero si les interesa, pueden leer las páginas de La Cabaña, original de WM. Paul Young.

Eduardo Villatoro

Presumo que este libro deberí­an leerlo aquellas personas que, como yo, quizá no lanzan preguntas a sus lí­deres religiosos o espirituales y posiblemente ni siquiera las plantean a sus más cercanos familiares ni a sus í­ntimos amigos, sino que sólo revolotean en su mente, ya sea durante una noche de insomnio,  en la playa frente al inmenso mar y sus tumultuosas olas, al realizar viajes solitarios o a leer y escuchar noticias acerca de la crueldad de los hombres contra sus semejantes, o sobre la perversa violación de una niña, la hambruna en poblaciones de Guatemala, en Haití­ o en un remoto paí­s africano,  las ví­ctimas que causan los desastres naturales, el egoí­smo de potentados y el cinismo de los corruptos, los horripilantes saldos de una acción terrorista, en fin, es lectura para el que en su interior se interroga en torno a por qué la divinidad permite que exista tanta desigualdad entre una minorí­a privilegiada y la gran mayorí­a que carece de lo indispensable  y vive en la miseria y el abandono.

 En mi caso, después de décadas de ateí­smo y de cubrirme con una frágil capa  de superficial marxismo, la sola existencia de Dios era sumamente difí­cil de concebir, y no fue hasta que tuve una profunda experiencia espiritual, que pude percibir un descubrimiento luminoso y esperanzador; pero, de todas maneras, como generalmente busco las causas y los efectos, mi mente finita no alcanza o no lograba comprender la magnitud del Altí­simo y sus designios. 

 En diciembre pasado,  una sobrina que vino de México a visitarnos, después de escuchar unas de mis divagaciones presunta y lejanamente teológicas, me regaló un libro que, me advirtió, probablemente cambiará mis estructuras religiosas. Es La Cabaña. Displicentemente lo acepté y lo acomodé entre otras obras de esa naturaleza. «Debe ser otro libro cristiano más de esos de motivación», pensé con desdén. Una noche de éstas me acordé de la obra e inicié su lectura. El sueño me venció cuando despuntaba el alba. La noche siguiente terminé hasta su última página.

 En la contracarátula del libro se abrevia el inicio de la historia. La hija menor de Mackenzie Allen Phillips es raptada durante unas vacaciones familiares. Se encuentran evidencias que conducen a pensar que pudo haber sido brutalmente asesinada en una cabaña abandonada en lo más profundo de los bosques de Oregon (Estados Unidos). Cuatro años después, en medio de su Gran Tristeza, Mack recibe una sospechosa nota, al parecer procedente de Dios, invitándolo a regresar a esa cabaña, cabalmente, durante un fin de semana. Contra toda razón, Mack llega una tarde de invierno para retornar a su más oscura pesadilla; pero lo que encuentra allí­ cambiará su vida para siempre.

 En una época cuando la religión parece cada vez más irrelevante, La Cabaña aborda la inmemorial pregunta: «Â¿Dónde está Dios en un mundo lleno de indescriptible dolor?» Las respuestas que Mack obtiene sorprenderán al lector del libro, como me asombraron a mí­, y posiblemente lo transformen tanto como al protagonista de la historia, que reta, reclama, riñe y discute con Dios. Después…

 No reseñaré la obra, obviamente. Lea usted el libro si tiene algún conflicto con Dios. No tema desafiarlo.