EN CUALQUIER VECINDARIO se puede notar que entre la mayoría de nuestras gentes existe una falla en lo que significa solidaridad humana, gentileza personal y el buen vivir en vecindad. Se ve salir por lo general de cada casa, un vehículo automotor solo con su conductor sin llevar ni siquiera otra persona como tripulante, y si hay mayor número de residentes vehiculizados, mayor es la cantidad de unidades que con un solo tripulante se desplazan ociosamente por carreteras y vías urbanas, impidiendo en kilómetros lineales de colas la rapidez necesaria, por ir ocupando más espacio físico que el que una persona ocupa en un transporte colectivo.
Tal parece que ahora las personas ya no gozan en ofrecer apoyo de llevar en compañía o encaminar a otros, ya sea de su misma casa, persona conocida del vecindario o transeúnte necesitado para llevarlo en aras de la solidaridad y gentileza humana, porque se carece del conocimiento y práctica de estas virtudes en el buen vivir en vecindad.
Si practicáramos la cultura del buen vecino en la amabilidad y buenas costumbres, se harían mejores amistades, nos guardaríamos mutuamente, en vez de la indiferencia tanto al bien como al mal que hoy se estila y así «entre amigos y en confianza» viviríamos más seguros, experimentando que Dios está cerca de cada quien en la comunicación y ayuda mutua de los unos a los otros.
Las autoridades del tránsito en las ciudades del área metropolitana, podían ponerse de acuerdo para que los vehículos pequeños o medianos que llevan sólo al conductor, sin ningún otro tripulante, siendo de tres, cinco o más plazas disponibles, por razón de espacio público y economía nacional de combustible, se les obligara a ir solo en el carril derecho de la vía sin rebasar para ir en la cola que ellos generan, mientras los que llevan colectivamente dos, tres o más personas, tengan libertad de transitar a los otros carriles, para que mayor número de personas lleguen más rápido a sus destinos.
Y A PROPí“SITO DEL TRíNSITO las variantes en el tráfico urbano y extraurbano de autobuses dentro de la capital ha descubierto la necesidad de esas medidas poniendo en claro lo que escondía el transporte público que se acumulaba sobre la Avenida Bolívar que provenía de las calzadas Aguilar Batres, Roosevelt, Liberación y asimismo para ahí salían.
La Bolívar con el más alto índice de vehículos circulando sobre ella, no eran más que un río revuelto de muchas rutas urbanas y extraurbanas al interior del país que se peleaban el pasaje, al grado de causar accidentes con pérdidas de vidas humanas y financieras como a la Municipalidad. Las rutas ya separadas han demostrado que no se cuenta con el número de autobuses suficientes a las necesidades de los usuarios, en la Bolívar los ayudantes ahora gritan ¡VA LLENA! Urge un mayor número de unidades de autobuses en servicio. O abrirse a nuevos concesionarios con más plazas de trabajo. Que sea esto parte del millón de beneficios.