Solidaridad y gentileza


Santiago Villanueva Gudiel

EN CUALQUIER VECINDARIO se puede notar que entre la mayorí­a de nuestras gentes existe una falla en lo que significa solidaridad humana, gentileza personal y el buen vivir en vecindad. Se ve salir por lo general de cada casa, un vehí­culo automotor solo con su conductor sin llevar ni siquiera otra persona como tripulante, y si hay mayor número de residentes vehiculizados, mayor es la cantidad de unidades que con un solo tripulante se desplazan ociosamente por carreteras y ví­as urbanas, impidiendo en kilómetros lineales de colas la rapidez necesaria, por ir ocupando más espacio fí­sico que el que una persona ocupa en un transporte colectivo.

Tal parece que ahora las personas ya no gozan en ofrecer apoyo de llevar en compañí­a o encaminar a otros, ya sea de su misma casa, persona conocida del vecindario o transeúnte necesitado para llevarlo en aras de la solidaridad y gentileza humana, porque se carece del conocimiento y práctica de estas virtudes en el buen vivir en vecindad.

Si practicáramos la cultura del buen vecino en la amabilidad y buenas costumbres, se harí­an mejores amistades, nos guardarí­amos mutuamente, en vez de la indiferencia tanto al bien como al mal que hoy se estila y así­ «entre amigos y en confianza» vivirí­amos más seguros, experimentando que Dios está cerca de cada quien en la comunicación y ayuda mutua de los unos a los otros.

Las autoridades del tránsito en las ciudades del área metropolitana, podí­an ponerse de acuerdo para que los vehí­culos pequeños o medianos que llevan sólo al conductor, sin ningún otro tripulante, siendo de tres, cinco o más plazas disponibles, por razón de espacio público y economí­a nacional de combustible, se les obligara a ir solo en el carril derecho de la ví­a sin rebasar para ir en la cola que ellos generan, mientras los que llevan colectivamente dos, tres o más personas, tengan libertad de transitar a los otros carriles, para que mayor número de personas lleguen más rápido a sus destinos.

Y A PROPí“SITO DEL TRíNSITO las variantes en el tráfico urbano y extraurbano de autobuses dentro de la capital ha descubierto la necesidad de esas medidas poniendo en claro lo que escondí­a el transporte público que se acumulaba sobre la Avenida Bolí­var que provení­a de las calzadas Aguilar Batres, Roosevelt, Liberación y asimismo para ahí­ salí­an.

La Bolí­var con el más alto í­ndice de vehí­culos circulando sobre ella, no eran más que un rí­o revuelto de muchas rutas urbanas y extraurbanas al interior del paí­s que se peleaban el pasaje, al grado de causar accidentes con pérdidas de vidas humanas y financieras como a la Municipalidad. Las rutas ya separadas han demostrado que no se cuenta con el número de autobuses suficientes a las necesidades de los usuarios, en la Bolí­var los ayudantes ahora gritan ¡VA LLENA! Urge un mayor número de unidades de autobuses en servicio. O abrirse a nuevos concesionarios con más plazas de trabajo. Que sea esto parte del millón de beneficios.