Sobrevive al cáncer en la vejiga


Durante una reciente reunión habitual de viejos camaradas, uno de ellos de profesión abogado a quien apodamos El Chato, nos contaba el proceso de la recuperación de su salud, afectada por cáncer en la vejiga; pero lo hací­a sin dar muestras de conmiseración, sino todo lo contrario. Con cierta sonrisa de gratitud al Omnipotente, a los cirujanos del IGSS que lo intervinieron quirúrgicamente y hacia su propia vida.

Eduardo Villatoro

Resumiré la experiencia de mi camarada, básicamente para alertar a las personas que se resisten o son incapaces de dejar de fumar y de afectar a las personas de su entorno familiar, social y laboral, a propósito de la actualización en el Congreso, de la iniciativa de ley encaminada a dejar libre de humo de tabaco los espacios cerrados, planteada desde hace dos años por la diputada Zury Rí­os de Weller.

Recuerda El Chato que hace aproximadamente tres años se percató de que cuando orinaba sentí­a ardor en el pene, acompañado de leves gotas de sangre. Inicialmente pensó que su próstata se habí­a inflamado. Visitó a un médico. El galeno lo remitió al Instituto de Cancerologí­a, para que especialistas examinaran a mi amigo, quien, a estas alturas, intuyó que se trataba de una grave enfermedad.

Efectivamente. Los médicos del INCAN le preguntaron a mi amigo si fumaba. El Chato dijo la verdad, en cuanto a que habí­a sido adicto a ese hábito o vicio; pero que desde hací­a más de 10 años no fumaba. Los especialistas habí­an descubierto un pequeño punto negro en la vejiga, y al realizar los exámenes de laboratorio corroboraron que estaban ante una célula cancerosa (o algo por el estilo -acuérdense, lectores, que no soy médico), como consecuencia de su adicción al tabaco.

Mi amigo se alarmó, naturalmente; pero se tranquilizó cuando los cirujanos le indicaron que podí­an evitar que progresara la enfermedad mediante intervenciones quirúrgicas, previo tratamiento de quimioterapia. El Chato afrontó los efectos de ese proceso; pero tuvo que someterse a la primera operación. De eso hará un año, aproximadamente.

Como persistí­an las molestias al orinar, mi amigo optó por acudir al hospital general del IGSS, donde hace un mes fue intervenido exitosamente, aunque debe continuar con el tratamiento, porque «esta clase de cáncer es como el alcoholismo: no se cura para siempre; pero sí­ puedo detener la enfermedad, si llevo un régimen adecuado con medicamentos apropiados», enfatiza El Chato.

Ante la pregunta de otro compañero de tertulia referente a la tranquilidad y la euforia que mi amigo abogado no intenta ocultar, explica: -Imaginate, vos, la bendición de que el cáncer me afectara la vejiga, y no la garganta o los pulmones, como le ocurre a la mayorí­a de los fumadores. Un médico me dijo, y yo lo creo, que puedo morir aplastado por un carro o de un paro cardiaco, pero no por el cáncer en la vejiga. ¡Gracias a Dios! Y eso que hace 12 años dejé de fumar. Consumir cigarrillos es como buscar la muerte deliberadamente.

(Romualdo Nikotina recuerda que en Guatemala 6 mil personas mueren anualmente por consumo de tabaco o por estar expuestas al humo del cigarrillo, equivalente a 16 fallecimientos al dí­a por esa causa).