Sobre narcoindustrias y narcodólares


Edgar-Balsells

De súbito, en un solo día, dos noticias pasan como rutinarias dentro del inventario de hechos raros y un tanto surrealistas que se suceden por estas tierras irredentas: Se encuentra en Pueblo Nuevo Viñas, concretamente en el caserío El Faro, una moderna fábrica de procesamiento de cocaína, en un predio de más de 10 mil metros cuadrados. Y por variar, en el allanamiento, la fábrica está desierta: ni un solo guardia capturado, ni un solo obrero adentro, como manejada por robots o alienígenas.

Edgar Balsells


Casi al mismo tiempo, es capturado, manejando una panel con doble fondo, un chiquimulteco con dos millones de dólares, que venía viajando en un periplo, desde la frontera de México, vía Petén, pasando por Chiquimula y llegando a ciudad de Guatemala. En sus parcas declaraciones el susodicho transportista asevera que se dirigía a Honduras. Y es que, cierto o no, el periplo nos revela cómo esta región se encuentra ya bien unida, mediante una especie de integración de facto, de hechos ilícitos y vinculados con la denominada economía opaca o subterránea.

Muchas conjeturas pueden hacerse al respecto de estos dos hechos. A nosotros nos interesan las de inversiones y negocios de este tipo, que a todas luces desplazan a las de los buenos empresarios. Y es que a juzgar por las fotos y las primeras noticias, el edificar una planta industrial de ese tamaño, no sólo requiere de buen ingenio, y es más, de costosas ingenierías, sino además, también a juzgar por algunas primeras declaraciones de lugareños, los encargados y dueños industriales, no son precisamente “empresarios” de segunda línea, pues hasta llegaban en helicóptero y el pesado transporte de carga pululaba por el lugar.

Y con respecto a los narcodólares, qué decir. Los árabes hicieron su agosto con petrodólares: sus recursos naturales eran en verdad escasos, y la riqueza del subsuelo abundante. Entonces se embarcaron en un proceso que los economistas bautizaron como “enfermedad holandesa”, y que se refiere a la especialización momentánea en una actividad, dejando a un lado otras que pudieran ser más duraderas y productivas.

Y como está más que comprobado y teorizado que toda actividad económica, principalmente la de relativamente grandes magnitudes, tiene sus encadenamientos hacia delante y hacia atrás, y sus efectos multiplicadores en la economía, es una harta obligación de las autoridades políticas, ejecutivas y judiciales investigar a fondo estos hechos, y cómo los mismos están permeando la economía formal y legal, en virtud de que destruye la competencia de los mercados y por sobre todo el tan cacareado “Estado de Derecho”. Por esta razón el Grupo Antilavado de Dinero, de cobertura mundial, exige transparentar procesos como el secreto bancario y la proveniencia del capital en las sociedades mercantiles.

Se nos martillea la mente, por medio de reportes financieros, sobre la “estabilidad financiera” de la nación, y principalmente sobre la estabilidad del tipo de cambio. Esta última variable lleva ya harto tiempo sin oscilar mucho, y a pesar de la escalada inflacionaria, continúa inamovible debajo de los 8 quetzales por dólar. Sería importante entonces reflexionar sobre las dimensiones económicas y de otro tipo que este fenómeno de la economía gris y oscura está teniendo en nuestro sistema económico, y ello para que no tengamos sorpresas cuando, como las maquilas, migre a otras latitudes.