Considerar al Carnaval como fiesta de origen pagano es un tópico que repite «la gente no letrada» y a la vez es base de la que parten varios estudiosos de la cultura, creemos conveniente iniciar esta búsqueda recordando los textos viejos en los que se basa aquella generalización peligrosa, como todos los que reducen a mera cuestión de orígenes cualquier tema histórico, sea la índole que sea. Una que pudiéramos llamar «manía clasicista» ha dado lugar a la opinión difundida.
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela
La creencia de que el Carnaval desciende directamente de las Saturnales ha estado muy difundida en los países de habla romance desde el Renacimiento. La sostuvieron con su autoridad bastantes eruditos. Por ejemplo, Juan Civarrubias, el lexicógrafo, dice que los actos que lo caracterizan «tienen un poco de resabio a la gentilidad y uso antiguo de las fiestas que llamaban Saturnales». Advirtamos que Covarrubias adelantaba mucho la fecha del comienzo del Carnaval -como se hace en algunas partes- y que atribuía origen saturnalicio también a otras fiestas invernales. Otros autores se fijaban tan sólo en la razón elementalísima del disfraz para establecer la conexión. Así, en un libro del erudito aragonés del siglo XVIII citado por Julio Caro Baroja, Juan Francisco Andrés de Uztarroz, descrito por Gallardo, y que se titula Monumentos de los Santos Mártires Justo y Pastor en la ciudad de Huesca impreso en 1644, se lee: «Se disfrazaban (los romanos en las fiestas Saturnales) como se usa en España en el Antruejo». Otros pensaron más en las Lupercalia, y hubo quienes remontaban el origen del Carnaval a las Dionysia griegas, que en una época se confunden con las fiestas de los kalendae de enero. Los que sostienen o sostuvieron todas estas tesis se apoyan también -como es natural- en algunas semejanzas y paralelismos. Pero ninguno de los paralelismos, como ninguna de las semejanzas, se puede considerar suficiente para el fin que se proponían. Sigamos ahora con los escarceos clasicistas: La palabra Carnaval, por sí misma, ha dado origen a otra teoría bastante aceptada en una época. Lingí¼ista tan autorizado como F. Díez la derivaba de currus navalis, en lo que le siguieron Korting, el Historiador J. Burkchardt y otros a finales del siglo XIX. El 5 de marzo de cada año se celebraba por los romanos de la época imperial la fiesta de Isis, y con tal motivo, una procesión, en la que intervenían personas disfrazadas y en la que aparecía un barco, por lo que esta fiesta se llamaba también Isidis Navigium. En los lugares con mar cercano el barco se botaba. En pinturas decorativas romanas aparece éste sobre un carro: el currus navalis. La fiesta tuvo, probablemente, varias significaciones a los ojos de los que celebraban. Apuleyo, en la Metamorfosis en el libro decimoprimero, nos ha dejado una descripción muy exacta del cortejo que acompañaba al Isidis Navigium en Kenchrees, colonia de Corinto. De acuerdo con esto, el Carnaval, o sea la fiesta del currus navalis, del carro naval, sería, en un principio, la fiesta del barco de Isis paseado con toda pompa en el mes de marzo.