Sobre la génesis de «El Mesí­as» de Haendel


Llegamos con esta columna al final del año 2006 deseándole a nuestros lectores del Diario La Hora, la mayor tranquilidad en esta semana de la Natividad del Señor, y como una contribución a su esparcimiento espiritual publicamos a vuelapluma, las formas de cómo se creó una de las obras cumbres de la música occidental del siglo XVIII: el oratorio «El Mesí­as» de Jorge Federico Haendel, no sin antes decir que las arias más exquisitas de esta música son como el alma de Casiopea, esposa dorada, rocí­o de miel, en quien emprendió el alba su tatuaje de luz.

Celso Lara

Y entre los diversos episodios con que comienza la obra, citaremos el recitativo-arioso acompañado Comfort ye, en el que dialogan la voz del tenor y la orquesta; el aria Ev’ry Valley, exaltada en sus í­mpetus vocalizados; el coro and the Glory of the Lord, tí­picamente haendeliano. Luego viene una serie de trozos alternativamente de intensa expresividad o más austeros, como el aria de la contralto: O Thou that tellest’, o The people that walked in darkness. Después de todas las evocaciones de las profecí­as, llega la Natividad: ariosos, coros con coloridos instrumentales muy diversos; el anuncio del ángel, el coro Glory to God, el aria entusiasta Rejoice para soprano, la pastoral, etc., Destacan el coro Behold is the Lamb of God y el emocionante Surely He has borne ours griefs; el aria He was despised, patética y conmovedora con su fraseo entrecortado; sus armoní­as teñidas de tristeza, como el coro And with His stripes. Los coros están tratados, bien en escritura homófona, bien en estilo de fuga.

En la tercera parte, no menos rica en elocuencia musical, citaremos el aria para soprano I know that my Redemer liveth, plegaria de una curva melódica armoniosa, recogida y perfecta; los coros, el anuncio del Juicio Final en el aria del bajo The trumpet shall sound, y por último, el trí­ptico coral final: Worthy is the Lamb, gran coro armónico; Blessing and Honour, fuga afirmativa, y el grandioso Amén, este último, una fuga de tema largo en la que se mezclan las voces algunos episodios instrumentales llegando a la más grandiosa sonoridad, página majestuosa y magistral en su seguridad definitiva y triunfal, verdadera visión apocalí­ptica.

La concepción y creación del Mesí­as es harto intrigante: Durante el mes de mayo de 1740 encontramos a Haendel en Londres, aparentemente sin haber recibido encargo alguno, componiendo una serie de duetos italianos sobre textos amorosos ligeros, ?un repertorio que era muy valorado en cualquier corte alemana.

Como ya lo apuntamos, fue el diletante Charles Jennens el primero que tentó a Haendel para que volviera al oratorio, como informó a su amigo Edward Holdsworth el 10 de julio. El tema es el del Mesí­as? Por muy atractivo que fuera un argumento, Haendel nunca compuso sin una representación en proyecto, cuando no lo convencí­a el argumento, y el libreto del Mesí­as bien podrí­a haber languidecido sin que lo tocara tanto tiempo como el de Saúl de no haber sido por un acercamiento inesperado procedente de Irlanda.

Evitando el énfasis coral de Israel in Egypt, se inclinó por la misma proporción para solos y coros que tan buenos resultados habí­a dado en L’Allegro; e incluso así­, el Mesí­as tiene mayores elementos corales que los restantes oratorios, exceptuando Israel in Egypt. Haendel asoció las interpretaciones a la Pascua de Resurrección, pero en la actualidad prefieren que su interpretación coincida con la Navidad.

El mejor testimonio de la validez del plan de Jennens era que Haendel compusiera la partitura de forma continua, sin las usuales alteraciones estructurales. Para neutralizar este romanticismo excesivo podemos tener en cuenta la moderación infrecuente pero adecuada de Haendel al tratar este tema. La oportunidad para la exhibición vocal también está limitada ?Haendel compuso primero cuatro arias da capo y después las redujo a dos.

Para ser una obra compuesta en tan poco tiempo, sorprende las mí­nimas evidencias de préstamos de obras. Los más importantes y los más efectivos, proceden de sus propias obras: las transformaciones de Haendel de algunos de sus recientes duetos italianos en coros. «And He shall purify» también contiene fragmentos tomados de Harmonischer Gottes-Dienst.

Las notas anteriores las basamos en los estudios de Howard Hoodward, intérprete de los más brillantes de la música de Haendel, en los estudios de Parramón, H. Hí¶weler y las discusiones con el doctor Jorge Pellecer, especialista en la interpretación de El Mesí­as, así­ como en nuestros propios conocimientos sobre esta maravillosa partitura.

Al atardecer de este viernes cubierto de manzanilla y pino, prestos a vestir y «sentar» al Niño Dios y colocarlo en el Nacimiento, deseamos a nuestros lectores que el año 2007 sea lleno de felicidad y dicha con el mayor de los optimismos. Para todos, Feliz Año Nuevo.