Preguntado sobre por qué en su gobierno se han gastado 285 millones sin licitación y mediante compras directas, el presidente Otto Pérez dijo que simplemente porque la ley lo permite. Y así es, no exageró el mandatario al decir que existen orificios legales que facultan a los funcionarios a fragmentar las adquisiciones para no incurrir en la obligación de licitar o siquiera de realizar cotizaciones, lo que confirma lo que tantas veces ha sostenido La Hora, en el sentido de que es el sistema el que está podrido.
En Guatemala todo se puede hacer, sea en el marco de la ley o estrujando las cosas para meterlas en ese amplio marco que todo lo facilita. Lo mismo se puede hacer una compra fraccionada, que fingir un usufructo para encubrir una concesión y evadir, de esa manera, los requisitos de transparencia y competencia pública entre oferentes. No hay necesidad de explicar que eso es posible porque las leyes están hechas, precisamente, por los más sinvergüenzas para garantizarse la total impunidad en el enriquecimiento ilícito. Y ahora que dicen que van a aprobar la ley específica contra ese delito, ya verán cómo la dejan sin dientes, para que sea un mamotreto inútil que nunca afecte ni al político que recibe el soborno ni al empresario que generosamente lo otorga para asegurarse un jugoso contrato en el que encaraman los precios y venden o construyen con pésima calidad.
Por eso es que insistimos en el contrasentido de promover una reforma constitucional para alentar la transparencia mientras en el ejercicio de la gestión pública todo se hace sin transparencia, a escondidas, sin licitaciones o cotizaciones, porque es más fácil tratar con compadre hablado. Compadre que quedó apalabrado, como se dice entre nuestro pueblo, desde los cada vez más lejanos pero más comprometedores días de la campaña electoral cuando todo se pacta, cuando se asumen los únicos compromisos ineludibles para el político.
Los que se hacen con el pueblo que vota no son compromisos reales, sino promesas vacías, pero los que se hacen con el financista de campaña son pactos de sangre, que no se rompen jamás y que se cumplen con puntillosa caballerosidad digna de mucha mejor causa.
¿Esperanzas de futuro? Si vemos la lista de los que se han apuntado para hacer cola usted, amigo lector, puede sacar sus conclusiones. Baldizón, Alejos, Sinibaldi y González Díaz-Durán son los que ya compraron el cartón de la lotería futura, a los que se puede sumar uno que otro experimentado político conocedor del secreto sobre cómo es que se mueve la melcocha que, por lo visto, cada vez será más espesa.
Minutero:
En el mes de la Independencia
se descubren más negocios
pues persiste la cadencia
de empresarios y sus socios