Sindicatos de sindicatos


Editorial_LH

Creemos firmemente en la necesidad de organización para la defensa de los derechos de los trabajadores y en ese sentido consideramos que los sindicatos constituyen una herramienta fundamental para avanzar en negociaciones colectivas que apunten a mejorar las condiciones laborales e incrementar prestaciones. Sabemos, además, que es la única forma en que se pueden lograr resultados en ciertas condiciones en las que el trabajador se encuentra inerme frente a actitudes despóticas del empleador, sea éste público o privado.

 


Sin embargo, en Guatemala hemos visto una cuestionable instrumentalización de la organización laboral que no siempre responde a los intereses del trabajador, sino que se ajusta a cuestiones polí­ticas o de manipulaciones de dirigentes que ven el derecho de su nariz. Pero lo peor es cuando en vez de proteger los derechos de los trabajadores, el sindicato se pone a defender a los mafiosos, como ya ocurrió en el Ministerio Público, cuando se imponí­a la depuración de aquellos empleados que coparon la institución como garantes del régimen de impunidad a sectores del crimen organizado, y fue precisamente el sindicato el que se opuso a la limpia necesaria.

Lo mismo ha ocurrido en muchas dependencias públicas en donde los sindicatos se convierten en protectores de los corruptos que los tienen en la nómina a fin de garantizar su permanencia aun y cuando existan razones fundadas para depurarlos.

Viene esto a cuento porque la promoción de sindicatos por funcionarios públicos tiene que ser vista con desconfianza ya que no se trata de movimientos de superación gremial sino de instrumentos para garantizar inamovilidad a ciertos empleados que tienen consigna especí­fica para cumplir cuando hay cambio de gobierno. No se puede generalizar, pero no es difí­cil tampoco detectar cuál sindicato es una organización real de los trabajadores para velar por sus propios intereses y cuál es una pantalla de intereses polí­ticos que no tienen que ver con el tema laboral más que como pretexto para crear problemas.

La politización ha sido la muerte del movimiento sindical porque muchas veces lo instrumentalizan con posturas sectarias. El magisterio de Guatemala ha sufrido en varias oportunidades ese manoseo de dirigentes que luego pasan a ser candidatos a diputados o que se someten y se pliegan a candidaturas presidenciales a cambio de ventajas personales para los llamados lí­deres.

Ojalá que el Ministerio de Gobernación no se haya prestado a conformar un sindicato que sea la punta de lanza de un terreno minado para hacer la vida imposible a futuras autoridades. Siempre hemos dicho que en Guatemala más que en cualquier otro lado, al hablar de cuestiones polí­ticas es certero el aforismo de que hay que pensar mal para acertar. Quiera Dios que esta sea una excepción.

Minutero:
Puede negociar un contrato 
o puede defender a un mal gato; 
para hablar de un sindicato 
hace falta más que un rato