Resulta que podría arrugar la hoja inconclusa de la historia que te escribí para que estuvieras conmigo pero aún tengo ganas de escribir. Quizá solo eso. Una nota al margen que pueda recordarnos dónde estuvimos, de dónde vinimos y dónde resultó cada quién.
Quisiera que el punto no fuera tan diminuto, tan insignificante, pero más que todo que no hiciera tanto daño el saberlo, puesto al final de la última conversación. Es verdad lo que decías, uno no muere de amor, uno sigue adelante aunque caiga y se vuelva tropezar.
Quiero escribirte una frase más al margen de todas las anotaciones, algo que no tenga tintes de excusa, de mentira o de solución fallida para un problema que ninguno de los dos buscó.
Podría arrugar la hoja y tirarla a la basura o convertirla en un avión de papel. Que vuele alto, muy alto y libre, mientras los sentimientos se consumen en el infierno del incierto y no tienen un cielo al cual llegar.