Sin tiempo que perder


Empezamos ya el nuevo año y, como siempre, se aprecia que hay entusiasmo entre la población y optimismo, sobre todo ahora que el paso de la última hoja del calendario trae también el cambio de gobierno. Pero entendemos claramente que nuestra realidad no da tiempo para el suspiro y que el trabajo tiene que ser constante, sobre todo si realmente estamos interesados en empezar a construir la Guatemala que todos deseamos para heredar a las generaciones que vienen atrás. Porque salvo unos pocos que se sienten satisfechos con la situación de hoy, porque su entorno es el que siempre se beneficia, el que siempre crece y el que se mueve en la opulencia, el resto de la población sigue sin ver esperanza en el horizonte y eso es parte de lo que con vigor y energí­a tiene que transformarse sin más dilación o pérdida de tiempo.


Uno de los grandes problemas de los últimos cuatro años ha sido que la dirección general del paí­s ha estado bajo personas con esa mentalidad que pretende ignorar la realidad y que toma decisiones con la visión tan parcial de quienes gozan de todos los beneficios de la modernidad y de su poder económico. Se toman decisiones pensando que los aviones están repletos, que los restaurantes se mantienen llenos y que el paí­s vende bastantes carros nuevos cada año, todo lo cual es relativamente cierto, pero que no puede ser el parámetro para entender la Guatemala profunda, esa que se debate cotidianamente en la miseria y que subsiste en gran medida porque sus hijos han emigrado y sin olvidar ni a la familia ni a la Patria, siguen enviando dinero que es el motor de nuestra economí­a.

Cada año que pasa sin que se adopten las medidas de corrección precisas y necesarias nos condena a lustros o décadas de atraso. En polí­tica el tiempo perdido se proyecta en forma exponencial porque afecta a generaciones enteras la ausencia de polí­ticas de Estado eficientes y competentes. Desde la perspectiva del gran capital y de los grupos empresariales del paí­s, efectivamente el gobierno que está por salir no puede recibir reprobaciones porque hizo todo para ellos y actuó siempre en su beneficio simplemente por la identificación absoluta de criterios. Por ello se alaban tanto ahora con la propaganda al final del perí­odo en la que pretenden mostrarse como los grandes realizadores aun en temas sociales que apenas fueron objeto de pequeños retoques. Pero la realidad social del paí­s no se benefició por el crecimiento de la economí­a ni nuestros niños hoy están mejor nutridos que hace cuatro años. La Guatemala de todos sigue atrasada y es preciso pensar con criterio de equidad para compensar esa realidad.