La única forma en que los guatemaltecos pueden unirse para actuar con absoluta solidaridad en esta tragedia es si, efectivamente, el Gobierno logra ejercer un liderazgo nacional sin politiquería para encabezar el esfuerzo de la atención a las víctimas y la reconstrucción. El antecedente de 1976 debe servirnos para entender que es posible que se dejen por un lado diferencias políticas y cuestionamientos para anteponer el compromiso de trabajar por el país y por sus habitantes que más lo necesitan, pero se requiere de acciones muy concretas del mismo Presidente de la República para erradicar el menor vestigio de manipulación política de la crisis con fines electorales.
Es proverbial la disposición de nuestro pueblo a colaborar en situaciones de emergencia y lo hemos hecho en el pasado, pero en la medida en que se perciba que hay politiquería metida en el ambiente, la gente se mostrará reacia a prestarse a lo que puede ser un juego electoral. Por eso es que la responsabilidad del ingeniero Colom es enorme en esta circunstancia y sin duda que él mismo así lo ha entendido porque dijo que no aceptaría ninguna clase de politiquería ahora que estamos sufriendo los efectos de una devastadora tormenta. En otras palabras, él mejor que nadie, asumió como una realidad que la única forma de lograr que todos los guatemaltecos se mantengan absolutamente unidos para cooperar mutuamente en medio de la desgracia, es si percibimos que nuestras autoridades no tienen otro interés que el de coordinar ese esfuerzo nacional en función de quienes más necesitan la ayuda. Es natural que en situaciones de este tipo exista gente que ve la oportunidad de hacerse figura mediante el reparto de víveres o simplemente con la presencia junto a los damnificados. Pero también debe recordarse que el olfato de la gente es muy sensible a ese tipo de actitudes y que a la larga puede salir el tiro por la culata y se reviertan las acciones. Tanto es así que hace falta un enorme tacto en el manejo de estas crisis para que aun las buenas intenciones no parezcan gestos oportunistas y eso está plenamente demostrado a través de la historia. Y el único que puede mantener el orden dentro del gobierno es el Presidente, toda vez que muchos de sus colaboradores responden a los intereses partidistas y, con muy escaso criterio, tratan de aprovechar la oportunidad para hacer proselitismo, sin entender que la gente se ofende cuando se da cuenta que su necesidad está siendo manipulada con fines electoreros. Pero lo más importante es que ahora hace falta solidaridad absoluta y que la misma se vuelve esquiva cuando hay sospecha de que nuestra ayuda pueda ser manipulada.