Torpemente el Canciller del llamado Gobierno de ílvaro Colom declaró que no tomarán decisión sobre el tema del Estado Palestino hasta que se conozca quién será el nuevo Presidente porque habrá que consultarle debido a la importancia del asunto. Y decimos que torpemente porque la Constitución no dice que la política exterior del país la deba decidir el gobierno de turno con el que ha de sucederle, pero fundamentalmente por esa importancia que tiene el apoyo a Palestina.
Cuando Guatemala apoyó la creación del Estado de Israel en Naciones Unidas se supone que lo hizo por creer en la justicia y en la historia, sin anteponer bastardos intereses, presiones o componendas. Entra la duda, sin embargo, cuando se llega al momento crucial en el que las mismas Naciones Unidas deberán votar en forma tan solemne como la ocurrida hace más de medio siglo, para continuar con ese proceso de respeto a la justicia y a la historia, creando el Estado Palestino de conformidad con lo que desde aquella época quedó pactado.
Un país que pretende ser importante por su presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU no puede demostrar esa ausencia absoluta de criterio en materia de política exterior porque eso nos convierte en presa fácil de presiones. Seremos las sardinas que frente al tiburón no cuentan, como bien afirmaba el doctor Juan José Arévalo en su ya conocida fábula.
Obviamente si ni en política interna se siente la presencia de la figura presidencial porque se opacó desde aquel tristemente célebre divorcio, menos se puede pretender que se proyecte a la política exterior. Y no ayuda la figura de un Ministro de Relaciones Exteriores que quiere ser el más cuidadoso de los diplomáticos al no soltar prenda sobre su punto de vista que, si fuera justo, ofendería a la poderosa comunidad judía del país y por ello es mejor lavarse las manos, como Pilatos, dejando la pacaya a quien venga atrás, en un muy auténtico y conocido estilo chapín de no comprometerse, de no asumir postura ni definir lealtades.
La única lealtad que de Guatemala se espera es con su proceder histórico. De la misma manera en que creyó justa la creación del Estado de Israel, tiene que entender que es justa y absolutamente necesaria para la paz de esa región la creación del Estado Palestino. No cabe lavarse las manos cuando hay un asunto de tanta envergadura sobre la mesa y se tiene que definir una postura. Si el próximo gobierno no la comparte será su problema explicar una nueva a la comunidad internacional, pero éste no puede zafar bulto.
Minutero:
Es una actitud vergonzante
con el tema palestino;
se ve que ya no hay ningún tino
en gobierno agonizante