Sin poder, pero con un importante rol simbólico


Composición de la Reina Isabel II en 1953 (I) y en noviembre de este año (2007), como muestra de un largo perí­odo de reinado.

Inaugura hospitales y ferrocarriles, bautiza barcos, preside banquetes oficiales y recibe las credenciales de los embajadores: la reina Isabel II, que hoy se convierte en la monarca británica más longeva de la historia, tiene un rol simbólico, pero importante.


Isabel II tiene los tí­tulos de jefe de Estado del Reino Unido, jefe de las Fuerzas Armadas británicas, jefe de la Mancomunidad y jefe de la Iglesia de Inglaterra.

Teóricamente tiene la potestad de disolver el Parlamento y de designar un nuevo primer ministro.

Pero este poder es sólo teórico. Si lo hiciera, se desatarí­a una crisis constitucional sin precedentes en la una de las más antiguas monarquí­as de Europa.

Todos los años, en una ceremonia majestuosa, Isabel II, con corona y vestida de armiño, se sienta en el trono e inaugura la sesión parlamentaria. Pero se limita a leer un discurso preparado por el primer ministro.

Además firma las leyes que se decretan en este paí­s. En cuatro décadas ha firmado más de 3 mil, según el palacio de Buckingham.

Pero en realidad, pese a su omnipresencia en la vida de los británicos, la reina de Inglaterra no tiene ningún poder real, reconocen expertos.

La soberana ocupa «funciones constitucionales significativas», recuerda la página web de la casa real británica.

Siempre sonriente y transmitiendo una aura de serenidad, la reina cumple cientos de funciones oficiales durante el año y a diario responde personalmente a unas 200 a 300 cartas, indica el Palacio.

Ha ofrecido más de 90 banquetes de Estado y más de un millón de personas han sido sus huéspedes en sus fiestas.

«Consagraré toda mi vida, sea corta o larga, a servirles y al servicio de nuestra gran familia imperial, a la que todos pertenecemos», prometió a los británicos la entonces princesa cuando cumplió 21 años.

Y, en opinión del paí­s, ha cumplido esa promesa.

Pero quizá sea más exacta la otra explicación que la página web de la casa real da sobre el rol de la soberana: la reina es «un sí­mbolo de la unidad nacional», afirma.

Los analistas reconocen ese importante papel «simbólico» de la soberana.