Se escurren en la cuenca de nuestras manos, como un vaso volcado de atol de elote, los elementos de nuestra identidad. Pasó el 20 de febrero día de Tecún Umán, nuestro «héroe nacional». Acaso el único que tenemos. ¿Hay otro? Pasó desapercibido; ni los medios, ni el gobierno, ni las comunidades indígenas, ni el Ejército, ni las academias, ni las escuelas, ni los pobladores, nadie, nadie, nadie, dijo nada. Todos guardaron un frío silencio de sombra. ¿Por qué ese olvido? Acaso porque Tecún es «un indio» y no queremos a un indígena como símbolo de nuestra nacionalidad. Acaso porque era Quiché y no Kakchiquel ni Kekchí, para no promover división. Acaso porque era un «looser», un perdedor, después de todo su ejército fue batido y él mismo sacrificó su vida. Acaso porque pueda ser una mera leyenda cuyos perfiles no se distinguen en medio de la neblina de la historia. Hace algunos años se celebraba esta fecha con mucha ceremonia. Ydígoras Fuentes, entonces Presidente, hacía guardia de honor y subsiguientes presidentes presentaban sus respetos al insigne guerrero. En las escuelas y colegios se conmemoraba la gesta del valeroso príncipe quiché; se recitaba el poema «Tecún Umán príncipe quiché, héroe nacional, bravo capitán…», así como los de Miguel íngel Asturias. Pero hoy, silencio. ¿Dónde viven sus descendientes? ¿Dónde están los valerosos hijos de la resistencia indígena? ¿Dónde se encuentran los ahora llamados, pueblos mayas? ¿Donde tremolar la llamada bandera de los «cuatro pueblos»? O acaso es un mero adorno pintoresco de los actos oficiales con sus colores blanco, amarillo, negro y rojo y lo de «multicultural y plurilingí¼e» un bonito cliché turístico. Realmente causa desolación ver cómo vamos secando nuestras profundas raíces. Después nos lamentamos que los guatemaltecos no trabajamos al unísono, que no somos solidarios, que no nos identificamos como nación, que no nos sentimos orgullosos de nuestra herencia. No nos quejemos después. Otros países vecinos y cercanos han sabido ensalzar los elementos de su respectiva nacionalidad: México, El Salvador, Costa Rica, Perú, etc. Y lo que más decepción y desaliento causa es que nosotros, Guatemala, tenemos muchas más raíces, más historia, más riqueza cultural que esos países. Y el Ministerio de Cultura y Deportes debe tomar un papel más visible, más protagónico. Bien que nombren un ministro indígena, como lo han hecho los últimos gobiernos (no solo éste), pero no con ello se cubre la asignatura, ni con la celebración de un «año maya» impuesto, que muy pocos conmemoran y menos entienden. Hay tanto más que desarrollar en un país tan exuberante y necesitado de identidad. Ojalá que futuros gobiernos promuevan esos valores de nuestra «guatemalidad». Y tú Tecún Umán ¡descansa para siempre!