Sin muchas ilusiones


Los iraquí­es se muestran escépticos con motivo del retiro de Estados Unidos.

Los responsables iraquí­es esperan sin ilusiones un informe de los más altos responsables estadounidenses en su paí­s ante el Congreso norteamericano, que corre el riesgo de profundizar aun más las divergencias confesionales y polí­ticas en Irak.


Los dirigentes saben que los resultados obtenidos por el gobierno del primer ministro Nuri Al Maliki no son muy apreciados en Washington, incluso si Bagdad interpreta la reciente visita del presidente George W. Bush como una prueba de apoyo.

El general David Petraeus, comandante de las fuerzas norteamericanas en Irak, y Ryan Crocker, embajador de Estados Unidos en Bagdad, presentarán el 10 y el 12 de septiembre al Congreso su evaluación de la situación iraquí­.

Hace ya una semana, un documento del Tribunal de Cuentas norteamericano ha concluido que el gobierno iraquí­ «no funciona» y que no habí­a alcanzado 11 de los 18 objetivos polí­ticos y militares fijados por el Congreso de Estados Unidos.

«Sé que el informe va a subrayar los aspectos negativos del gobierno, pero espero que tenga en cuenta que la reconciliación es un proceso complicado», explicó a la AFP Hamid Al Saedi, del Consejo Supremo Islámico Iraquí­ (SCII), una poderosa formación chiita que apoya al gobierno.

Maliki necesita más «tiempo y margen de maniobra», agrega, no sólo para restablecer la confianza a nivel de responsables polí­ticos, sino también entre los ciudadanos iraquí­es que ven cómo su paí­s se hunde en las divisiones y la violencia confesional.

Los dirigentes iraquí­es, en particular Maliki y el presidente Jalal Talabani, se comprometieron hace poco a hacer que el Parlamento debata una ley que permita reintegrar en la función pública a antiguos miembros del partido de Saddam Hussein, el Baas.

Sin embargo, para los partidos sunitas, que están marginados del poder, el actual gabinete ha demostrado su carácter sectario, por lo que debe irse, pese al apoyo que le significó la rápida visita de Bush, el 3 de septiembre.

La próxima evaluación ante el Congreso norteamericano corre el riesgo de polarizar aun más los campos y divisiones que desde hace meses paralizan la acción del Parlamento.

«Nosotros no queremos escuchar a Crocker o a Petraeus. Queremos oí­r a los iraquí­es», explica a la AFP Omar Abdul Sattar, del Frente de la Concordia, que reúne a varias formaciones sunnitas.

«El gobierno ha fracasado y debe renunciar. Debe irse para que el pueblo pueda respirar», prosigue, señalando que la reconciliación nacional no es una cuestión de tiempo, sino de voluntad.

Durante su visita, Bush puso también bajo presión a Maliki, para que haga votar varias leyes que Estados Unidos considera necesarias para una reconciliación nacional, incluidas la reintegración de los baasistas y el reparto de los recursos petroleros del paí­s.

Sus exhortaciones deberán tener efectos, si Bush quiere que el Congreso siga financiando una guerra cada vez más costosa y cada vez menos popular.