Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, y ahora candidata a la presidencia de Guatemala realizó una visita de dos días a España para recibir un premio anual otorgado por un grupo de mujeres profesionales de diversos ámbitos denominado Club de las 25.
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Aprovechando su estadía se reunió con la secretaria de Estado para Asuntos Iberoamericanos, Trinidad Jiménez, para hacer cabildeo de apoyos a su candidatura presidencial.
Empeñada a convertirse en la primera mujer, y más aún, indígena Presidenta en Guatemala, Menchú quiere aprovechar su presencia internacional para generar apoyo a su campaña que recién arrancó con la agrupación indígena Winaq y el partido Encuentro por Guatemala (EG), agrupación de centro izquierda comandada por la diputada Nineth Montenegro.
El acercamiento con España y su posible influencia en los comicios del próximo 2 de septiembre es parte del trabajo de hormiga que arrancó la Premio Nobel, aprovechará además reunirse con los Reyes de España en la visita oficial que realizarán a finales de este mes.
Por otro lado, en una entrevista ofrecida al rotativo El País, Menchú destacó que el recrudecimiento de la violencia en la nación centroamericana se ha convertido en un problema serio. Tanto así que lo definirá como prioridad en su campaña junto a las necesidades de las poblaciones indígenas y rurales.
Justificó su participación y su incursión en la política partidaria como una búsqueda de espacios limitados para los pueblos indígenas y sobretodo para las mujeres en Guatemala.
Reconoció que tenía tiempo de girar en su cabeza esta idea de aprovechar la «fama» obtenida y las brechas abiertas con el Premio Nobel, y, las persistentes reuniones tenidas con organizaciones mayas conjuró su futuro inmediato aceptando la invitación de Montenegro y tirarse al campo político buscando la sagrada silla presidencial.
Bueno, según ella y encuestas que cita, tenía logrado un 75% de simpatía popular pero reconoce que entrar en los pantanosos lares de la política nacional le significaría una baja en ese porcentaje.
«Pero hay que preguntarse para qué sirve una personalidad solemne, si debe estar en una vitrina y dar una imagen, pero que no resuelve nada», asegura.
En su fugaz visita, la Premio Nobel de la Paz, aseguró que trabajará por darle espacios a los sectores mayas y proyectarlo a nivel internacional.
Anoche recibió un reconocimiento de parte del Club de las 25 por su trabajo en pro de los pueblos indígenas y la defensa de los derechos humanos a nivel internacional.