“Sin hipocresías”


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Desde el instante que el Presidente de Guatemala planteara que había llegado el momento en el cual, motivados por el fracaso de la política de combate a la producción, transporte y consumo de las drogas, era necesario que América Latina, Centroamérica en particular y el mundo en general revisaran el pro y el contra de despenalizar la producción, transporte y venta de la misma, el gobierno de los Estados Unidos reaccionó negativamente.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com


Ello implicó que el Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, que en Guatemala había estado permeable al planteamiento, al día siguiente cambiara su actitud, como consta en las respectivas declaraciones.
Evidencia incuestionable de que el tema planteado no coincide con los fracasados criterios del gobierno norteamericano fue lo manifestado por la Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Janet Napolitano, la actitud del Vicepresidente de EE.UU., Joseph Biden y lo que también dijera en Honduras el Secretario de Estado Adjunto, William Brownfield, aunque al llegar a Guatemala tratara de dorarnos la píldora.

No puede pretenderse que después de un viaje específico de la Vicepresidenta Roxana Baldetti, para motivar la discusión del tema y la reunión que se debía celebrar en Antigua Guatemala con la presencia de todos los integrantes del SICA, fue el cambio de agenda la razón por la que los presidentes de El Salvador, Honduras y Nicaragua no asistieran y como lo indicara en mi opinión anterior: “Haciéndoles la camita”, la razón que provocó la ausencia de tres presidentes fue otra. El presidente Otto Pérez Molina al llamarla por su nombre y por los hechos ocurridos, evidencia que la política hipócrita, motivada u ordenada por el gobierno del Norte, es improcedente y obliga a colocar el tema en la justa dimensión. Como personas independientes, pensantes y capaces hay que iniciar la búsqueda de las alternativas que impidan que las drogas continúen creciendo y perjudicando a América Latina y a Centroamérica.

Pretender que el presidente de Guatemala baje la cabeza, que le claven las banderillas que quieran, que le den la puntilla, no debe ser aceptado. Si no se puede llevar una discusión y un planteamiento a nivel centroamericano, tendrá que llevarse el tema a nivel de la Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, donde habrá presidentes que no se amilanen.

El fracaso del combate a las drogas no puede continuar siendo ignorado y la factura tampoco puede ser la misma, no deben ser los países latinoamericanos los que continúen teniendo que aportar, el costo en vidas humanas, en recursos económicos para combatir un mal que quienes lo generan son los grandes consumidores, donde en todo sentido destacan los países desarrollados encabezados por Estados Unidos.

Nadie aplaude el enfrentamiento que se ha producido en Centroamérica, pero la culpa en ningún caso es del presidente Otto Pérez Molina, es de quienes han manipulado y cambiado de opinión sin resolver o por lo menos discutir la forma más adecuada de cómo manejar el tema obligado de las drogas.

En cuanto a Guatemala, rechacemos a quienes hipócritamente tratan de llevar agua a su molino pretendiendo que el legítimo planteamiento que permita encontrar una menos inadecuada solución a lo que ha sido el combate a las drogas, donde no importando el esfuerzo y la inversión que los diferentes gobiernos han hecho, fracase y el tema no se resuelva por cuanto la demanda no se puede extinguir, sino solo controlar.

Esperemos que los presidentes de El Salvador, Honduras y Nicaragua rectifiquen su actitud y propongan las opciones que eviten continuar en el fracaso.