Sin extremidades, emula a su í­dolo


Un niño panameño que no tiene piernas ni brazos emula a su í­dolo Raúl, el capitán del Real Madrid, jugando fútbol en una escuela deportiva ubicada en una antigua base estadounidense a la entrada del Canal de Panamá.


Raúl Pérez Hilton, «Raulito», tiene 14 años y nació con una malformación congénita que le impidió desarrollar sus extremidades. A pesar de las dificultades, este hijo de una familia humilde del populoso distrito de San Miguelito (vecino a la capital panameña) entrena desde hace tres años en una escuela deportiva abierta por la Fundación Amigos del Real Madrid y por el despacho de la primera dama, Vivian de Torrijos.

«Juego al fútbol desde que empecé a utilizar las prótesis cuando tení­a tres años», dice Raulito.

«Cuando mi papá iba a los partidos yo le veí­a jugar y me poní­a a patear los balones», agrega este estudiante de octavo grado que sueña con algún dí­a dedicarse profesionalmente a este deporte.

Raulito, quien dice sentirse «igual que los demás allá donde vaya», tiene claro cuál es su equipo y quién es su í­dolo.

«Yo soy del Madrid desde que nací­», y «me gusta Raúl por su forma de jugar, porque se llama igual que yo, porque golea bastante y es muy buena gente», dice el niño, quien juega de volante por la izquierda.

Raulito recuerda emocionado cuando en enero de 2008 viajó a España junto a un grupo de muchachos de la escuela de fútbol invitado por el entonces presidente del Real Madrid, Ramón Calderón.

«Estar con Raúl fue como un sueño como si estuviera durmiendo todaví­a», dice Raulito, para quien su deseo más inmediato serí­a, a pesar de las dificultades económicas, volver a Madrid el 3 de mayo para ver el clásico frente al Barcelona.

Además, este amante de las computadoras asegura que cuando entró al Estadio Santiago Bernabéu sintió una alegrí­a «que ni querí­a salir de allí­».

«Al principio fue bastante duro ya que era mi primer hijo de los cuatro que tengo, pero pronto le enseñamos a desarrollarse por su propia cuenta y al dí­a de hoy todo lo hace solo», dice a la AFP el papá de Raulito, quien también se llama Raúl Pérez, quien ha jugado al fútbol de forma amateur.

«Raulito no me deja de sorprender. Con decirle que estos dí­as lo vi jugando ping-pong», dice.

Su papá cuenta que en Navidad lo dejó en una fiesta y cuando fue a recogerlo «estaba bailando bien pegado con una muchacha».

«Para nosotros Raúl Pérez es un niño que nos motiva a seguir trabajando por la integración total de los niños más humildes de este paí­s porque se convierte en una inspiración», dice a la AFP el ex jugador internacional panameño Ví­ctor René Mendieta, director de la escuela donde el menor entrena dos veces por semana.

Mendieta asegura que su pupilo es «práctico, juega al primer toque y, aunque obviamente no tiene esa solvencia para encarar al contrario, siempre busca una opción de aparecer en el momento justo para poder definir y marcar goles».

A esta escuela, cuyo presupuesto anual supera los 100 mil dólares entre aportes públicos y privados, acuden unos 400 niños, principalmente de sectores marginales, quienes reciben gratuitamente su vestuario, clases de informática e inglés, y una merienda después de hora y media de entrenamiento.

También acuden niños de familias más pudientes que pagan una inscripción de 40 dólares y una mensualidad de 35 dólares para jugar fútbol y compartir con muchachos de condiciones humildes.

«Raulito es bueno en el dribling y haciendo bicicletas a pesar de su discapacidad», dice Martí­n Torrijos, hijo del mandatario panameño del mismo nombre, quien también entrena en la escuela deportiva.

Para el hijo del Presidente, Raulito «tiene mucho coraje» y a pesar de las dificultades «es como un jugador más».

Sin embargo, el lateral derecho José Miguel González, si bien considera que Raulito es un gran compañero y una persona honesta, cree que debe «mejorar la técnica y tiene que pasar más el balón, porque no lo suelta».