Sin expectativas de cambio para el pueblo


La actual campaña electoral ha llegado a su última etapa, sin expectativas por un futuro mejor para el pueblo de Guatemala agobiado por la pobreza y la inseguridad en general.

Félix Loarca Guzmán

Los ciudadanos observan con desencanto las últimas actividades de proselitismo de los dos candidatos presidenciales finalistas, con las cuales los partidos polí­ticos tratan de cortejar como a una novia, a los votantes indecisos o a aquellos que no sienten entusiasmo por acudir a las urnas al comprobar la escasa o nula diferencia entre las opciones contendientes, que al final de cuentas son expresiones de la derecha polí­tica y económica, que ha dominado el escenario de poder desde 1954 cuando se produjo el derrocamiento del presidente nacionalista, Jacobo Arbenz Guzmán.

Es indiscutible que con la campaña de exterminio polí­tico que bajo la influencia de la Guerra Frí­a y la Doctrina de la Seguridad Nacional se llevó a cabo en las décadas de 1960 a 1980, Guatemala se quedó sin intelectuales y sin lí­deres. Fue un verdadero descabezamiento de la oposición democrática, el cual se manifiesta en la actualidad en la ausencia de verdaderos dirigentes polí­ticos y sociales, así­ como en la existencia de una sociedad temerosa y sumisa sin ninguna posibilidad a mediano plazo de organizarse para promover cambios profundos en la estructura social, económica y polí­tica.

El trasfondo de los asesinatos perpetrados en Guatemala en esos años, entre ellos el de Manuel Colom Argueta, considerado el máximo lí­der de la oposición, se inscribe en el mecanismo de represión que se impulsaba no sólo para eliminar a los dirigentes sociales y polí­ticos, sino para introducir el terror social y la aceptación silenciosa del orden establecido.

Desde esa época, el sistema sólo ha facilitado la proliferación de partidos de derecha o de centro derecha y la sucesión de gobernantes de corte conservador al servicio de los intereses de la clase dominante. Hoy en dí­a, los partidos polí­ticos no sólo carecen de cuadros de alto nivel para la dirección del Estado y la función de gobierno, sino que se han reducido a la figura de meras caricaturas electorales que además aparecen entre las instituciones de menor credibilidad entre la opinión pública.

El presente proceso electoral no sólo ha sido insí­pido, sino además se ha caracterizado por la falta de propuestas de fondo para buscar la transformación del paí­s. Los dos candidatos no han logrado entusiasmar a los electores con proyectos sólidos, pues al final lo que buscan es garantizar la continuidad del sistema controlado por grupos minoritarios, pero con gran poder, que son los que toman las decisiones de lo que se hace y lo que no se hace en el paí­s.