Los 193 países miembros de la FAO adoptaron ayer, en Roma, una declaración final en la que se comprometen a erradicar el hambre, pero fue tildada de insuficiente por los latinoamericanos, ya que no prevé nuevos fondos necesarios para combatir la ola de hambrunas.
«Nos comprometemos para que deje inmediatamente de aumentar -y se reduzca considerablemente- el número de personas que sufren a causa del hambre, la malnutrición y la inseguridad alimentaria», sostiene el texto sin fijar una fecha concreta para erradicar el hambre ni otorgar fondos especiales para lograrlo.
El más decepcionado con la declaración final fue justamente el director general de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, quien lamentó la ausencia de un calendario así como de fondos concretos para erradicar el hambre en el mundo.
Diouf deploró también «la ausencia de una fecha límite para erradicar definitivamente el hambre», la cual había sido establecida en el pasado para el 2025, pero tal objetivo no fue confirmado.
«Nos comprometemos a adoptar medidas encaminadas a erradicar de manera definitiva el hambre lo antes posible», sostiene la declaración, que se limita a reiterar la necesidad de alcanzar para el año 2015 las metas del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, es decir de reducir a la mitad el número de personas –cerca de 400 millones– que padecían hambre en 1996.
La cumbre, convocada oficialmente «para dar un nuevo impulso a la lucha contra el hambre y la desnutrición» tenía como objetivo establecer una nueva estrategia para frenar el aumento del número de personas que sufren la escasez de alimentos en el mundo, que pasó de 850 millones en 2008 a 1.020 millones este año por la crisis económica.
Unos 60 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y de Chile, Michelle Bachelet, junto al papa Benedicto XVI, asistieron a la jornada inaugural marcada por la ausencia de los líderes de las mayores potencias industrializadas.
«Se necesita voluntad y determinación política» para combatir el hambre en el mundo clamó el presidente de Brasil, quien recordó la experiencia exitosa de su país con el programa «Hambre Cero».
Como Lula, la presidenta de Chile considera clave que se combata la «inequidad social» como causa del hambre y la pobreza que padece el mundo y resaltó los logros obtenidos en América Latina al atacar la exclusión con programas de protección social.
«Así como el mundo fue capaz de gastar trillones de dólares para evitar el desplome económico, ahora es necesario un esfuerzo similar para evitar un desplome social», solicitó la mandataria sudamericana.
El mismo pedido había hecho Lula pocos minutos antes durante su intervención en la plenaria de la FAO, sin obtener por ahora respuesta alguna de los países más industrializados.
«El compromiso firmado es insuficiente, porque no se obtuvieron fondos nuevos», comentó el delegado de Colombia, Francisco Coy.
Entre los más indignados con los escasos resultados de la cumbre y por la indiferencia de los países industrializados fueron los movimientos antiglobalización y los Organismos No Gubernamentales reunidos en una cumbre paralela frente a la sede del organismo de Naciones Unidas.
«Reuniones y más reuniones y nunca resultados», protestó con la AFP el ingeniero mexicano Olegario Carrillo Meza, de la Unión de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA).
El «egoísmo» y la «especulación» con los alimentos considerados «mera mercancía», fueron denunciados por su parte por el papa Benedicto XVI, quien asistía por primera vez a la sede de la FAO.
El pontífice alemán pronunció un discurso fuerte y directo en el que pidió que se «revisen» los mecanismos actuales para lograr la seguridad alimentaria.
La ausencia de fondos adicionales para combatir el hambre es notable si se tiene en cuenta que la FAO calcula que se necesitan inversiones por 44.000 millones de dólares al año para reactivar el sector de la agricultura.
Se trata de un dinero indispensable para alimentar a los más de 9.000 millones de habitantes que tendrá el planeta en el 2050.
El presidente paraguayo, Fernando Lugo, acusó hoy en Roma a la «liberalización sin control» de haber convertido a países exportadores de alimentos en importadores, y pidió a la comunidad internacional que «actúe» porque el mundo ha retrocedido en su lucha contra el hambre.
«»Porque tuve hambre y me diste de comer», nos recuerda hace dos mil años el Maestro. Este es nuestro mandato actual e impostergable», dijo el ex obispo paraguayo, al iniciar con una citación bíblica su intervención en la segunda jornada de labores de la cumbre de la FAO.
Lugo, en el poder desde mediados del 2008, instó a la comunidad internacional a «actuar» porque «en estos dos años hemos retrocedido diez años de lucha contra este flagelo del hambre, la desnutrición y la muerte».
Según los datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el número de personas que padecen hambre en el mundo superó la fatídica barrera de los 1.000 millones, pasando de 850 millones en 2008 a 1.020 millones este año a raíz de la crisis económica.
Unos 60 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y de Chile, Michelle Bachelet, junto al papa Benedicto XVI, asistieron el lunes a la jornada inaugural marcada por la ausencia de los líderes de las mayores potencias industrializadas.
En su presentación, Lugo acusó a «las políticas agrícolas internacionales basadas en la liberalización sin control de la agricultura, que han convertido a países en desarrollo de exportadores en importadores de alimentos».
Igualmente calificó de «injustas» las políticas de Estados Unidos y de la Unión Europea, «donde grandes perceptores han lucrado, distorsionado los mercados y afectados a miles de explotaciones familiares del sur del mundo».
«Debemos ahondar esfuerzos para que el modelo de producción familiar conviva con las grandes empresas agrícolas comerciales. Debe haber una articulación clara e incluyente entre ambos modelos y, bajo ningún aspecto, la exclusión o destrucción de la economía campesina», dijo.
Lugo ilustró las políticas que ejecuta su gobierno para enfrentar el hambre, entre ellas el apoyo a la agricultura familiar e indígena, ya que cerca del 70% de la población de su país depende de ese sector.
El mandatario paraguayo apoya una «nueva forma de gobernanza mundial», necesaria para cumplir con la obligación «moral, jurídica e histórica» de erradicar el hambre en el mundo.
Este tema ha sido tratado por buena parte de los representantes latinoamericanos e inclusive por Benedicto XVI.
Lugo, de 58 años, quien fue suspendido «a divinis» por el pontífice tras lanzarse a la política con una coalición de partidos de izquierda denominada Alianza Patriótica para el Cambio, no tiene previsto encuentros oficiales con la jerarquía de la Iglesia católica durante su corto estadía en Roma.
Un eventual encuentro entre el Papa y el ex obispo rebelde generaba expectativas en la comunidad católica.