Sin costumbre de diálogo


Editorial_LH

La ausencia de verdadera ciudadanía en el país se refleja en lo que ayer criticó el Arzobispo Metropolitano con respecto a nuestra falta de disposición al diálogo, puesto que vivimos en un medio en el que la falta de respeto a la ley hace que las medidas de hecho proliferen y se conviertan en detonante de situaciones delicadas. En el caso de Santa Cruz Barillas hay tensión entre pobladores, bien o mal informados, y los constructores de una hidroeléctrica.


El asesinato de un dirigente comunal fue detonante del conflicto. A simple vista podría parecer una expresión más de esa tendencia a saltarse las trancas y la comunidad asume, con fundamento en la experiencia histórica, que el crimen fue consecuencia del litigio que mantienen por la hidroeléctrica. Ante esa situación, y porque hay razones para tener escasa confianza en las investigaciones judiciales para determinar la causa y responsabilidad en la muerte, un grupo explota y actúa de manera también violenta como reacción que no se puede justificar.
 
 En un país respetuoso de la ley, la oposición a un proyecto hidroeléctrico se lleva por cauces legales y es impensable un crimen que afecte a alguna de las partes. En un país respetuoso de la ley, en caso de un crimen, se confía en la majestad de la justicia para esclarecerlo y castigar a los culpables. En un país respetuoso de la ley no hace falta establecer Estado de Sitio porque la Constitución establece mecanismos de disenso, de libre expresión y hasta del legítimo derecho a la resistencia pacífica.
 
 En cambio, en Guatemala tenemos un sistema trastocado que no se puede llamar orden legal sino desorden legal porque aquí cada quien hace lo que le viene en gana y no respetamos el derecho de los demás. Todos reclamamos nuestros derechos, nuestros privilegios, pero no pensamos si los mismos afectan a otras personas o a otros sectores. Simplemente vemos el derecho de nuestra nariz y con esa mentalidad no se puede pretender diálogo porque nunca vamos a aceptar que la otra parte tenga siquiera algo de razón, mucho menos asumir que actos propios son causantes del conflicto.
 
 Nosotros creemos en la energía limpia y nos parece importante que en ese tipo de conflictos se informe con propiedad a las comunidades afectadas. Algunos pobladores creen que es una mina la que se está construyendo y se oponen, lo que evidencia falta de comunicación para esclarecer las cosas. Así como no hay disposición al diálogo, tampoco hay respeto a los derechos ajenos y el de las comunidades a estar informadas se pasa por alto bajo el absurdo y denigrante argumento de que “de todos modos no entienden”.

Minutero:
Los pueblos se rebelan
 por la crisis financiera
 y en Europa se desvelan
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