En una entrevista de televisión, el pastor Harold Caballeros hizo una rabieta respecto a los comentarios nuestros sobre su forma de arrinconar a las autoridades para presionarlas a fin de lograr una inscripción aunque legalmente no fuera posible. Y es que él había dicho que lamentaba que las autoridades del TSE y del Registro estuvieran actuando con criterio político y no legal al juzgar el caso de su partido, lo que evidentemente era una manipulación de su parte que nos pareció poco cristiana.
El pastor dijo, en tono bravo y con rostro amargo, que no era cierto lo que había dicho «un editorial», mismo que fue de La Hora aunque él no haya querido mencionarnos, acaso porque sabe y recuerda que La Hora lo conoció a él cuando le pusimos a la vista copias de los cheques que recibió en tiempos de Serrano como parte de los «diezmos» pagados por los hijitos del entonces Presidente.
Luego de nuestra crítica, Caballeros dijo que su partido buscaba nada más y nada menos que la aplicación de la ley. En otras palabras, que no pretendía favores especiales por ser pastor y que se sometería a la majestad de nuestra legislación. Y así lo hizo, agotando todos los recursos que la misma ley nacional le permite y el resultado ha sido consistente en cuanto tribunal ha conocido del caso. No tiene razón su alegato porque el texto de la normativa es muy claro y en todo caso el error es imputable a sus abogados y no a las autoridades.
Cabalmente lo que nosotros pretendíamos era que no se colocara a la autoridad en posición difícil mediante argucias, porque los argumentos del pastor eran que maliciosamente se le impedía participar. En otras palabras, pretendía vestirse de víctima en vez de aceptar la tontería de sus asesores y acaso de él mismo como abogado. Para un proyecto de largo plazo era mejor quedar en plan de víctima que en plan de torpes que no supieron interpretar la ley, pero para el país y para sus instituciones era terrible el señalamiento que hubiera permitido salir en caballo blanco a los vivos de VIVA.
El pastor Caballeros no tiene por qué hacer bilis cuando un medio como el nuestro lo critica ni mostrar de tan fea manera su intolerancia. Acaso le molestó que dijimos que manoseó a todos los que formaron parte del plan Visión de País y que hayamos recordado los diezmos del tiempo de Serrano y por eso perdió su compostura cuando habló del editorial de La Hora. Debe saber que él, como cualquier hombre público, está sujeto al escrutinio y siempre que el mismo no sea basado en falsedades ni en inventos, el político lo tiene que aceptar. Se puede desvirtuar una mala impresión, un criterio equivocado, pero los hechos difícilmente pueden revertirse. Y cuando un pastor se mete a política, su techo de vidrio se vuelve más vulnerable. Si él no lo tiene, puede estar tranquilo; de lo contrario, su ira se justifica.