Una de las características constantes de los pueblos periféricos es el culto de la personalidad de caudillos a quienes se les adjudican posibles cualidades en la administración del Estado, en la ciencia militar o en la política populista. Sin embargo, pareciera que siempre habrá una segunda historia que contar.
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En efecto, cuando se realiza un análisis objetivo -sin parámetros ideológicos- a menudo el investigador corrobora que dichos personajes fueron también, si no aprendices de déspotas, sí portadores del perfil clásico del dictador nato, o sea, individuos hambrientos de poder, expertos en la doble moral y, por lo general, megalómanos y falsos en su actuar.
Y pareciera, culto lector/a, que nuestro héroe suramericano Simón Bolívar es una de esas figuras históricas con superlativas contradicciones pero bastante desconocidas a causa de ese culto de la personalidad del que, como decíamos, ha caracterizado el desarrollo histórico de los pueblos de la Periferia. Primero, entonces, recordemos algunos puntos importantes sobre Simón Bolívar.
PRIMEROS AÑOS
Simón Bolívar, quien era de origen aristocrático, nació en Venezuela en 1783 y murió relativamente joven a la edad de 47 años en Colombia. El padre del futuro caudillo sudamericano, Juan V. Bolívar, con casi medio siglo de años sobre los hombros, tomó como esposa a María Palacios, quien apenas tenía 15 años de edad.
Según datos históricos con los que contamos, los primeros años de vida del « Libertador de América » fueron difíciles. Debido a que estuvieron marcados por la tragedia de la muerte de sus progenitores. Primero murió su padre y luego su madre. Ambos fueron abatidos por la tuberculosis. Sin embargo, parece que su niñez fue feliz. No obstante, exenta de las exageraciones que ciertos historiadores le han querido dar a su vida infantil. Es más, sus años escolares no reflejan ninguna excelencia en el aprendizaje, sino todo lo contrario.
EUROPA
Parece que la muerte fue un estigma constante en la vida de Bolívar, pues apenas tras un año de matrimonio su esposa muere acosada por las fiebres tropicales. Así, viudo y triste, Bolívar decide buscar refugio en la Ciudad Luz. París, primero, y otras ciudades europeas después, le servirán de regocijo y de escenario a su curiosidad existencial. Durante su viaje por el Viejo Mundo, Simón Bolívar entró en contacto con la literatura clásica en boga por ese entonces.
Es posible que durante su estadía en Francia Simón Bolívar, emulando la impresionante personalidad de Napoléon Bonaparte, develara sus sentimientos megalómanos y tratara de convertirse en el “Pequeño Napoleón de América”. Porque es para estas fechas (1802) que Napoleón es declarado Cónsul Vitalicio de Francia. Lo que no fue sino el preámbulo de su dictadura.
Es indudable que los sentimientos independentistas de Bolívar tienen, aparte de su trasfondo de clase –en tanto miembro de los criollos– una explicación psicológica ligada a su personalidad megalómana, obsesionada por el poder y egocéntrica a través del culto de la personalidad.
El arquetipo de Bolívar es, sin lugar a dudas, Napoleón Bonaparte. A parte del método historiográfico, esto es también fácil de corroborar si se comparan los retratos de Bolívar y Napoleón. No es difícil detectar extensas similitudes en la vestimenta, los adornos y emblemas. Así también en la posición y rasgos generales. No hay duda que el venezolano trató de emular completamente al francés, no solo con sus guerras, sino hasta en la forma de mirar y vestir.
LOS HECHOS
Simón Bolívar es considerado –y con razón– un caudillo destacado del periodo preindependentista americano, o sea, es visto como una figura clave en el proceso de emancipación americana ante el dominio del Imperio español. Entre sus logros está el haber contribuido a la Independencia de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.
Además, Simón Bolívar participó –y fue Presidente– en la creación de la Gran Colombia que trataba de ser un órgano confederado tanto a nivel político como militar. Luego, por sus hazañas independentistas y escaramuzas militares a Bolívar se le concedió en 1813, en Venezuela, el título de “El Libertador”.
LAS CONTRADICCIONES
Una de las primeras contradicciones de Simón Bolívar es en el año 1819, cuando regresa a Venezuela con su ejército de mercenarios a quienes les había prometido tierra y libertad. Una vez en el poder pagó a sus soldados con bonos de tierra, mientras que los oficiales fueron mejor recompensados. Desde el principio hubo inequidad. Esto fue algo muy negativo. Debido a que la mayor parte de los soldados que conformaban la tropa eran de origen humilde y todos, rápidamente, vendieron a los oficiales sus bonos por pequeñas sumas de dinero. Esto, lector/a, es el origen del gran latifundio en Venezuela. La gesta bolivariana tiene una gran responsabilidad histórica en la acumulación de la tierra en pocas manos. En manos de los criollos.
Otra de las grandes contradicciones de Bolívar fue su bulimia de poder. Y como bien sabemos el poder corrompe. Una vez en el poder en Colombia, en 1828, se autoproclamó Dictador y abolió la Presidencia de la República. Dicho fenómeno se reprodujo en el Perú donde, aparte de ser proclamado Dictador, él mismo se denominó Presidente vitalicio de Perú.
Es también lamentable que Bolívar, a diestra y siniestra, había prometido la abolición de la esclavitud. Pero, al final, los intereses de la clase criolla –a la que él pertenecía– prevalecieron con lo que no cumplió su promesa. Hecho que en la actualidad resulta sorprendente debido a que el Prócer de la Independencia era –en teoría– admirador de las ideas de la Ilustración. Aparte que, para ese entonces la Revolución Francesa –y también norteamericana– eran claros ejemplos de justicia social y Derechos Humanos.
En efecto, fiel lector/a, parece que Simón Bolívar tuvo un lado bastante oscuro. Desafortunadamente, las críticas en su contra han sido ignoradas. Sobre todo, a causa del culto de la personalidad y el dogmatismo de sus seguidores quienes, fanáticamente, enarbolan la bandera del bolivarismo. Sin embargo, las críticas hacia Simón Bolívar no es algo nuevo ni propio de reaccionarios. Todo lo contrario. Uno de los primeros y más severos críticos de Bolívar fue el mismo Karl Marx al que, sin duda alguna, nadie podría acusar de reaccionario o de ideólogo de conservadores.
Para Karl Marx, Simón Bolívar no era más que un buen ejemplo de un pequeño dictador y un cobarde militar quien, en repetidas veces, huyó dejando a sus hombres a merced del enemigo. Marx sustenta sus afirmaciones en, por ejemplo, la huida de Bolívar a Jamaica, en 1815. Mientras sus generales y soldados ofrecían resistencia a los españoles, huyó y buscó refugio en Jamaica. Marx piensa que la famosa Carta de Jamaica, fechada 6 de septiembre de 1815, no es más que un intento de camuflar su cobardía. Recordemos que en dicha carta Bolívar trata de presentar su huida a Jamaica como una forma para guardar la paz pública.
Marx también critica otra huida de Bolívar, en 1816, ante las tropas del general Morales. Esta vez Bolívar se fue corriendo a la isla de Bonaire. Esto significó dejar a sus hombres sin auxilio y a merced del enemigo. Es por eso que Marx, con sarcasmo, llama constantemente a Simón Bolívar “El Napoleón de las retiradas”.
Entre otras críticas, Marx lo acusa de falta de principios éticos y militares. Y recuerda la toma de Santa Marta, en Colombia. No obstante las tropas de bolivarianas ya tenían la ciudad bajo su control, Bolívar autorizó el saqueo de la ciudad durante 48 horas. Por todo eso es que Marx no ve en este independentista, más que otro malsano dictador regional.
Entonces, paciente lector/a, como vemos siempre habrá una segunda historia que contar. Simón Bolívar tiene sus cualidades y su lugar en la historia de América. Sin embargo, el Libertador tiene también un lado de su personalidad que oscurece sus logros militares y políticos. El despotismo, la dictadura y el culto de la personalidad serán siempre enemigos de la libertad, de la democracia y de los Derechos Humanos.