Siendo, como es, cuestión de percepciones, en política es fundamental guardar apariencias y cuidarse mucho en lo que constituye imagen. No es un secreto que la cosmética es fundamental para el ejercicio de la política, no sólo porque la gente se deja llevar por las percepciones y apariencias, sino porque un buen cuidado de la imagen abre una ventana para que alguien con intenciones serias de cambiar las cosas pueda avanzar sin los tropiezos que causa un deterioro ante la opinión pública.
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Cuando leemos que el Secretario de Relaciones Públicas de la Presidencia se queja porque hay temas que él considera que se sobredimensionan, como el del avión del Presidente, entiende que ese funcionario puede ser un buen comunicador, pero no es un político que entienda la principal de sus funciones. Siempre he pensado que ese puesto, el de encargado de comunicación de un gobierno, no es para periodistas y por ello he dicho que uno de los mejores que lo han desempeñado fue Roberto Girón Lemus, en tiempos de Laugerud, porque además de ser periodista era un hábil y astuto político que le generó al mandatario una buena opinión pública, especialmente al explotar adecuadamente la forma en que el Presidente actuó inmediatamente después del terremoto del 76, hecho que terminó legitimando su mandato.
Hemos tenido gobiernos que no han hecho en realidad nada importante en la gestión pública, pero que terminaron con aceptables niveles de popularidad porque se cuidaron mucho de los aspectos cosméticos. Los ejemplos más destacados serían el de Ramiro de León Carpio y el de ílvaro Arzú aunque en el caso del actual alcalde hay que decir que su equipo es en realidad ejemplar en materia de cuidar la parte cosmética del ejercicio de la función pública.
Y es impresionante ver cómo ahora, cuando el presidente Colom emprende un viaje a Brasil que, por lo que hemos visto en los comunicados de prensa emitidos por el Gobierno brasileño, ha sido importante no sólo en los contactos para lograr inversiones valiosas en nuestro país sino en cuanto a elogios del presidente Lula a su colega Colom, en nuestro país el tema de fondo sea el uso del avión en vez de los contenidos de acuerdos o preacuerdos alcanzados entre los dos mandatarios. Y es cierto que puede haber demasiada atención de la prensa a los aspectos de forma descuidando el fondo, pero el problema está en la política misma de comunicación que mantiene el Gobierno, porque en vez de actuar con absoluta transparencia y claridad, existe esa tendencia a recurrir a medias verdades que al final alimentan el morbo no sólo de la prensa sino de la misma opinión pública. Me pregunto si el titular de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, con experiencia periodística, hubiera creído una explicación en la que le decían que los funcionarios de gobierno sufragarían de su propia bolsa los gastos del avión alquilado para llevar al Presidente y que resulta ser el mismo que utilizan los dueños de la más importante empresa comercializadora de gas propano en Guatemala.
Y es que el periodista inquisidor y exigente que todo lo cuestiona, cambia radicalmente cuando le toca estar al otro lado de la barrera y es quien debe dar explicaciones que al público y a sus colegas les resultan poco creíbles. Valdría la pena que el Secretario se pusiera un minuto en los zapatos que antes usó y que piense como piensan los periodistas, como piensa la gente, antes de dar una explicación que suena a falsa y que es poco convincente.
Repito que el problema es de percepciones y que un político hábil las olfatea, mientras un periodista las genera.