En la previa todos hablábamos acerca de cómo el factor experiencia sería una ventaja para el conjunto de Indianápolis, que ya había estado en esta situación antes. Aunque en retrospectiva, se nos olvidó tener en cuenta un pequeño detalle; los hombres en las laterales.
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Y a la postre, ese fue el factor determinante para que los Saints consiguieran el primer título en la historia de la franquicia.
«Hay que darle crédito a nuestros entrenadores y a nuestros jugadores», expresó el gerente general de los Saints, Mickey Loomis.
Los entrenadores suelen llevarse toda la gloria o la miseria, y en este caso el partido que dirigió Sean Payton merece todos los halagos.
Porque desde que ingresó a la Liga ha tenido el mismo estilo. Siempre agresivo desde el inicio, sabía que iba a tener que salir a ganarle este partido a los Colts porque no iba a alcanzar con el sólo hecho de cumplir un rol pasivo.
No le importó que tomó varias decisiones, que si le hubiesen salido mal, seguramente habría sido criticado por el resto de su carrera; Payton fue fiel a su estilo, y fue el Factor X en este éxito de New Orleans.
En la acera de enfrente había un entrenador novato como Jim Caldwell, que tomó las riendas de un equipo ya armado por Tony Dungy.
No es que quiera criticar por demás a Caldwell, quien hizo un gran trabajo al llevar a los Colts al Super Bowl en su primer año. Pero lo cierto es que entrenó a no perder el partido, y Payton jugó a ganarlo.
Y vaya si lo hizo
Cuando decidió arriesgarse en un cuarto intento en el segundo cuarto en lugar de optar por un gol de campo, casi me salgo de mi asiento.
Era demasiado temprano, y simplemente no estaba de acuerdo con esa decisión.
Pero la pasividad de Caldwell hizo que el error no le costara tan caro a Payton.
Porque en lugar de poner el balón en las manos de su mejor jugador Peyton Manning, decidió correr tres veces, los Saints fueron más agresivos, y finalmente se redimieron con el gol de campo que no había sido unos minutos antes.
Pero sin lugar a dudas el punto de inflexión de este encuentro llegó en el comienzo de la segunda mitad.
Payton sorprendió al mundo con su patada lateral y en un abrir y cerrar de ojos cambió el curso de este partido.
Nadie se lo esperaba, ni siquiera Manning quien estaba a punto de ingresar al campo cuando se dio cuenta que los Saints habían recuperado el balón.
A PARTIR DE ALLí FUE OTRA HISTORIA
Luego, por supuesto, hubo otros factores que aportaron al triunfo de los Saints.
Porque la defensiva de New Orleans dominó por completo a la ofensiva de los Colts en el complemento, porque después de la captura de Dwight Freeney en el inicio del partido, Indianápolis nunca más pudo presionar a Brees gracias a una gran labor de la línea ofensiva del eventual campeón.
El mariscal Drew Brees igualó un récord de Super Bowl al completar 32 pases y fue nombrado el Jugador Más Valioso del partido; yo hubiese creado una nueva regla y se lo habría dado a Payton.
La intercepción y posterior touchdown de Tracy Porter liquidaron el pleito, pero fue Payton con sus llamadas agresivas el que empezó a ganarlo.
«íbamos a ser agresivos como siempre», declaró Payton. «Habíamos practicado la patada lateral toda la semana, y la ejecutamos bien y terminó siendo una jugada importante».
La más importante. La clara muestra de que un partido se puede ganar desde las laterales.
Y a pesar de que Payton movió todas las fichas indicadas en este Super Bowl XLIV, no quiso tomar crédito y decidió halagar a sus dirigidos.
«Brees es un ganador», dijo Payton. «Ganó en todos lados donde jugó, y la defensiva jugó de forma excelente en la segunda mitad».
Pero Payton fue el catalista que le puso fin a los 43 años de sequía de los Saints.
La emoción estaba en el aire, y no era para menos.
El ala cerrada Jeremy Shockey, quien ya tenía un anillo pero no había jugado en el Super Bowl ganado por los Giants, se tomó una pequeña revancha.
«No tengo palabras en este momento», enfatizó Shockey. «Esto es surrealista».
No hace mucho tiempo, otro que era parte y una de las piezas centrales de este equipo, era el ex corredor Deuce McAllister.
Fue nombrado capitán honorario por los Saints, y pudo vivir en carne propia un triunfo que se le había negado en el pasado.
«Esto es impresionante, la ciudad de New Orleans se lo merece, y hoy demostramos por qué somos un equipo con todas las letras», sentenció un emocionado McAllister.
Lo cierto es que es imposible no ponerse contento por los Saints, por sus fanáticos y sobre todo por la ciudad.
Porque cuatro años atrás, New Orleans estaba cubierta en un 85 por ciento por agua, y hoy están en lo más alto del mundo.
Habrá festejos en Bourbon Street hasta que comience la próxima temporada.
Pero cuando finalmente dejen de festejar, y quieran encontrar un responsable por esta victoria, sólo van a tener que mirar en una dirección.
En la de Sean Payton, quien se convirtió en el quinto entrenador distinto en ganar un Super Bowl en los últimos cinco años.
Y que hoy sacó credenciales de entrenador de elite.