Si yo fuera Presidente


Nombrarí­a cien ciudadanos notables poseedores de las virtudes de honradez, sabidurí­a, inteligencia e integridad para que promuevan, en todo el paí­s, un pacto de reconciliación nacional, para que todos, como un solo hombre, busquen la paz interna en cada corazón hasta encontrar, con la ayuda de Dios, caminos que nos conduzcan a la búsqueda de nuevas formas de entendimiento que comiencen en cada uno de los departamentos de la república con un espí­ritu fraternal entre gobernadores y alcaldes; entre maestros y padres de familia, sacerdotes y feligreses, pastores y congregaciones.

Délfido Barrera Navas, delfidobar2005@yahoo.com

Los cien notables deberán trabajar ad honórem y a través de hondas reflexiones, en foros de alto nivel, deberán arribar a conclusiones y recomendaciones dirigidas a los poderes del Estado para un encuentro urgente de donde deben emanar respuestas concretas que nos permitan salir del estado de anarquí­a en que estamos cayendo a causa del aumento casi incontrolable de la violencia en Guatemala, que nos retratan ante propios y extraños como un paí­s que se está quedando sin Estado y sin salida, cuya fuente es, precisamente, la falta de autoridad entre los dignatarios de los citados poderes, una increí­ble falta de unidad y sentido de responsabilidad entre ellos que están obligados a tomar las riendas del poder ya que si no lo hacemos así­ se hundirán ellos y nos hundiremos todos, llegando al caso de llorar como niños lo que no pudimos defender como hombres.

La corrupción que se observa en todas partes, la ausencia de hombres que sepan amarrarse los pantalones para regir los destinos de esta desventurada patria nuestra; un extraño desasosiego que se palpa en todos los sectores al observar que la impunidad, el desorden, el abuso de autoridad, la falta de un liderazgo fuerte y la increí­ble falta de respeto al hombre que actualmente rige los destinos del paí­s.

El Presidente de la República no es Dios para hacer milagros que cambien el rumbo de un paí­s que parece marchar a la deriva. Don ílvaro Colom tendrá mil defectos; pero está dotado de buenas intenciones y necesita con urgencia el apoyo decidido de su propia familia, de su propio partido, de sus propios amigos y de todos aquellos que sin ser polí­ticos amamos a este paí­s modelado por Dios como uno de los pueblos más bellos del planeta.

¡Dios Bendiga a Guatemala!