Sí­… ¿Y qué?


Salta a la vista el interés de las bancadas de partidos que tienen algún poder o lo han tenido, y que por lo tanto necesitan tener un poder judicial que les cubra las espaldas por aquello de que en la fiebre pro justicia se empiece a trabajar seriamente en el tema de la corrupción, con fideicomisos y todo incluido.


El cinismo es absoluto, pero debe entenderse que han llegado a ese extremo porque por vez primera sienten pasos de animal grande en cuanto a la posibilidad de investigaciones serias respecto a la corrupción. Nunca antes se habí­a avanzado tanto en recabar información contundente sobre el robo de los fondos públicos y, por supuesto, eso es motivo de gran preocupación que une a los partidos que corren algún riesgo y que se tienen que amarrar con los que están cooptados por facciones de los poderes clandestinos. Por ello se explica que el PAN y el FRG sean pieza clave de las negociaciones con la UNE, la GANA, Unionistas, los seguidores de Berger, y la UCN, que es brazo polí­tico del portillismo.

Y hablamos apenas del tema de la corrupción, pero en muchos de los gobiernos señalados ha habido acciones criminales que también podrí­an ser objeto de investigaciones tan contundentes como la que ya permitió la captura de los autores materiales del caso Rosenberg, pertenecientes a redes clandestinas que operan dentro del mismo Estado.

Por eso no puede sorprender que los partidos comprometidos con la elección de los magistrados estén dispuestos a correr el riesgo de generar tal malestar como para que algunos hablen ya de depuración. Es mucho lo que está en juego, desde los negocios actuales hasta la tranquilidad de saber que por lo pasado no habrá ninguna acción legal. En esas condiciones tenemos que ver como absolutamente natural lo que está ocurriendo y que el mismo gobierno decida romper de manera pública y manifiesta, por la ví­a del partido oficial, con la CICIG que de todos modos no fue santo de su devoción más que del diente al labio. Recuérdese cómo votó la UNE cuando en comisión legislativa se discutió el tema de la CICIG y véase quién es el diputado que dirigió la negociación para integrar la Corte. ¿Serán acaso simples coincidencias?

Para los detractores de la CICIG, lo que hoy vemos es que esa entidad ha hecho su trabajo y bien. Tanto que son muchos los que sienten pasos de animal grande y prefieren bañarse en porquerí­a hoy que correr riesgos mañana. Por eso la actitud cí­nica de decirnos a todos: «Sí­… ¿Y qué?