Sí­? y qué



El informe del relator especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Phillip Alston, no deja lugar a dudas sobre la existencia de escuadrones de la muerte en las fuerzas de seguridad a cargo de la limpieza social. En un gesto que tiene que agradecer el Gobierno, el informe dice que no se trata de una decisión de Estado, pero que hay responsabilidad por la indiferencia mostrada ante el problema.

Al momento de la publicación del informe de las Naciones Unidas no queda la menor duda de la existencia de limpieza social en el paí­s, porque la forma en que procedieron los agentes que asesinaron a los diputados del Parlamento Centroamericano desnudó e hizo evidente una realidad que algunos vení­amos señalando desde hací­a buen tiempo. Pero lo más grave de todo es que en la sociedad guatemalteca se puede notar que la reacción es de pleno respaldo a ese tipo de polí­ticas. El informe dice que la limpieza social «tiene aceptación entre la cúspide polí­tica y social, así­ como en segmentos considerables de la población en general».

Por ello decimos que muchos guatemaltecos reaccionan con las palabras usadas para encabezar este comentario. Sí­ tenemos limpieza social? y qué. Es más, la mayorí­a de lamentos que hoy escuchamos no son por lo mal que estamos y por esa actitud criminal de las fuerzas de seguridad, sino porque al exponer los hechos tal y como son y tras la muerte (también en ejecución extrajudicial) de los agentes de la PNC que asesinaron a los diputados, ahora los policí­as lo pensarán dos veces antes de seguir ejecutando a los maleantes.

Hay que recordar que el mismo Alston, cuando vino a Guatemala, dijo que el nuestro era el paí­s perfecto para cometer un asesinato porque es casi seguro que el delito quedará impune. Muchas veces decimos que esos expertos que vienen a nuestros paí­ses creen entender la realidad tras una vista de pájaro, pero evidentemente en el caso del relator sobre ejecuciones extrajudiciales, enviado por Naciones Unidas, detectó el problema con precisión. Y es que no hací­a falta una gran investigación para ver lo que se hací­a con insolente cinismo; el problema de Guatemala es que los guatemaltecos aceptamos de tal manera esas polí­ticas criminales de las fuerzas de seguridad que nos hacemos los babosos ante lo que es evidente: que la impunidad está alentada por la misma estructura del Estado para facilitar ese tipo de actitudes que, entre otras cosas, afianzan el poder hegemónico de ciertos grupos. No es casual el apoyo que públicamente se ha brindado a una realidad incuestionable, lo que hace que sean muchos los cómplices en esa prostitución general de las estructuras del Estado. Por ello tenemos que decir con pena y tristeza, que informes como el último de la ONU vienen a corroborar que la sociedad avala esas prácticas criminales.