Sí, Freud, fundador del psicoanálisis y maestro de la psicoterapia pudiese levantarse de su tumba y tratar a mucha gente que se queja de sus vidas. Me imagino que él no se daría a vasto para atender de manera personal a dicha población. O de pronto, también se me ocurre, que su consulta también podría estar desolada.
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La persona que cursa con una conducta neurótica, es decir, una conducta con tendencia a la repetición que contribuye a una inadecuada adaptación al medio que le circunscribe. Que presenta un sentir personal de insatisfacción y falta de plenitud ante la vida. Para ella en variadas ocasiones, Las causas precipitantes de estrés son consecuencia de la amplificación de las mismas dentro de su pensamiento.
Este concepto de neurosis ha ido cayendo en desuso dentro de las clasificaciones de diagnósticos psicológicos y psiquiátricos. Pero éste, aunque obsoleto, persiste en el vocabulario cotidiano. A través de él se hace referencia a un paso intermedio entre la locura y los trastornos de personalidad; y dentro de entidades clínicas de su pertenencia podríamos citar a todos los trastornos de ansiedad: trastorno de angustia con o sin agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de ansiedad generalizada, fobias y a los trastornos depresivos.
Lo peculiar del asunto es que son trastornos en los cuales las personas subsisten mal que bien y la pueden ir pasando. En realidad consideran que es un padecimiento al que no hay que poner mucha importancia, total, se debe a que son personas nerviosas que padecen de nerviosismo.
Además, para qué ponerle atención como una enfermedad, ya que para estar enfermo se ha de ver la enfermedad con sus manifestaciones externas como lo podría ser la fiebre, el aparecimiento de una masa o lesiones en piel, un dolor intenso, cambios en la coloración de la piel, la orina, las heces, entre otras muchas más.
Sí una persona siente miedo intenso como parte de un síntoma de un padecimiento psicológico y que este contribuya a que no se pueda desenvolver en sus actividades cotidianas como quisiera, eso no se mira de relevancia o importancia. Total son los nervios y tarde o temprano pasará. Sí a eso vamos, todas las enfermedades físicas o no físicas suelen pasar aún sin tratamiento. Al morir de cualquier enfermedad, ella acaba. Pero las secuelas de no abordar un padecimiento sea físico o mental son lamentables.
Se constituye en una costumbre, eso de sentirnos enfermos, que va a hacer de mi vida sin mis ataques de pánico, sin mi anorexia, sin mi depresión. A veces nuestra más preciada compañía es nuestra enfermedad. Miren y observen, ¿cómo responden algunos enfermos, cuando les decimos que los vemos mejor? Pero Doña María, hoy sí que luce bien, entonces ella puede manifestar cara de desagrado o malestar aunque no pronuncie ninguna palabra.
A veces la enfermedad sirve para excusarnos de no enfrentar acciones o decisiones. En lugar de decir un no, puede surgir un ataque de pánico. O nos sirve para obtener afecto y atención, cuando no lo podemos solicitar de manera clara o directa.
Lo anterior es lo que en psiquiatría y en psicología se le denomina ganancia secundaria de la enfermedad y cuando ella claramente es mayor y sentimos que nos «protege» de la adversidad, nos hemos acostumbrado a vivir de esta manera, pese a que vivimos sin plenitud y con sufrimiento. ¿Para que apartar la enfermedad de nuestras vidas?
Todo ello contribuye a fortalecer nuestra resistencia a trascender hacia una vida libre, porque nos da miedo asumir una clase de existencia que no conocemos, nos da miedo salir de nuestro egocentrismo y acercarnos a los demás dentro de una conducta seria y responsable ante las demandas que el mundo externo nos exige.
Entonces…aunque el mismo Freud reviviera, no podría ayudarnos mucho, sí nuestro deseo de hacer contacto con la vida y el mundo se encuentra apagado.