Si Pérez Molina no viajara en avión privado


Oscar-Marroquin-2013

Nuestros funcionarios, desde hace muchos años, disfrutan a lo grande de las mieles del poder y algunos no sólo viajan en aviones privados que les prestan, sino hay ministros que en poco tiempo pudieron hacerse ya de su nave jet para desplazarse a cuerpo de rey. Todo ello indigna a la población, pero al margen de eso hay que decir que es una lástima que el Presidente no tenga que hacer uso de las instalaciones de nuestra Terminal Aérea La Aurora, porque sin duda que si lo hiciera, como cualquier ciudadano común y corriente, sentiría vergüenza de ver lo que ocurre y el sauna en que se ha convertido esa costosa instalación que nunca llegó a funcionar como corresponde.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Sin duda que la corrupción hizo mella en el proyecto, porque todo es un desastre agravado por la secular indiferencia que los guatemaltecos tenemos por todo lo que es el mantenimiento correctivo, no digamos el preventivo para garantizar el adecuado funcionamiento de nuestra infraestructura. Si el Presidente en vez de viajar en los aviones que le ponen a disposición los eternos financistas, tuviera que entrar como cualquier mortal por la parte superior de la Terminal y hacer las colas que se forman para entregar el equipaje y luego para el chequeo “de rutina”, todo ello a una temperatura elevadísima aunque en el exterior haya frío, seguramente que no sólo habría despedido a todos los interventores que ha mandado al chorizo por otras razones, sino que los mandaría a traer del pelo para que expliquen su incapacidad e indolencia.
 
 Cualquier papelucho sirve de abanico a los viajeros agobiados por la ausencia de aire acondicionado en una instalación que es una galera y que, como tal, se convierte en un horno a falta de mecanismos para enfriar el ambiente. Y de ajuste resulta que Guatemala es el único país en el mundo donde la gente, sometida a otro inútil chequeo para entrar a la sala de abordaje, no puede tener ni siquiera una botella de agua para saciar la sed porque los energúmenos que hacen la revisión dicen que por norma del gobierno federal de Estados Unidos no es permitido que se entren botellas, ni siquiera las adquiridas en tiendas que se supone que ya pasaron las revisiones pertinentes para vender su mercadería.
 
 Pero ni Pérez Molina ni la vicepresidenta Baldetti tienen por qué enterarse de esas menudencias que molestan a los que no tienen la fortuna de viajar como lo hacen ellos. Poco importa que los turistas que se aventuran a venir a nuestro país a pesar de las advertencias sobre la inseguridad ciudadana, tengan que pasar sus últimos ratos aquí bajo esas condiciones que recuerdan, por si alguien pudo olvidarlo, que se trata de un pinche destino del Tercer Mundo caracterizado por la inseguridad y porque nada está supuesto a funcionar eficientemente.
 
 El Presidente debería darse una vuelta, ya que su decoro no le permite viajar como lo hace cualquier ciudadano, para ver lo que sufren los pasajeros y tal vez así daría un par de órdenes. Que procesen a los pícaros que se embolsaron dinero con los negocios de la Terminal y que destituyan al nuevo e inútil Interventor que ni toallas de papel pone para que uno se seque las manos.