Si no hay trabajo… hay que buscarlo


El alba despunta sobre el horizonte. Los primeros rayos de sol comienzan a iluminar débilmente la ciudad. A pesar de que son las primeras luces las que aparecen, muestra señales de vida desde hace horas.

Carlos Duarte
lahora@lahora.com.gt

Algunos se dedican a ganarse el sustento para su familia de una manera honrada y honorable, sudando la gota gorda de trabajos agotadores en jornadas que parecieran que se alargan durante todo el dí­a, y en donde la paga es tanto escasa como breve. Mientras que otros que, a falta de oportunidades de empleo o capacidad para trabajar, deciden optar por una «profesión» ilegal y riesgosa, pero que deja jugosas ganancias.

Debido a la crisis por la que atraviesa actualmente el paí­s en donde algunas empresas han dejado de ofrecer empleos, para trabajar con lo que tienen, algunos deciden explotar sus habilidades y ofrecerlas por cierta paga, sea esta por trabajos realizados bajo contrato de un dí­a o de una jornada. Muchos utilizan las herramientas respectivas, que son de su propiedad, para realizar dicho trabajo. Este es el caso de los jornaleros independientes, que se ubican en los diversos extremos que sirven de entrada y salida de la ciudad de Guatemala.

Los jornaleros independientes son contratados como obreros, o albañiles, que desempeñan las diversas labores de construcción, en toda la ciudad. Hay quienes lo han hecho por 25 ó 30 años, y algunos de los más jóvenes lo heredan de sus padres, como alternativa para ganar dinero mientras se educan, o como opción para contribuir con la economí­a familiar. La mayorí­a de jornaleros viven en las aldeas y poblaciones que se encuentran en la periferia de la ciudad.

Cada jornalero negocia su propio contrato, que puede ser por una paga de cierta cantidad de dinero por dí­a de trabajo completo, con la empresa que solicita, y utiliza sus propias herramientas para realizar las diversas labores, como subcontratista, albañil, maestro de obra, ayudante de bodega o cargador de bultos. Esperan en los parques o paradas que se ubican alrededor de la ciudad, mientras las empresas contratantes que, luego de negociar el contrato, los transporta a las diversas obras de construcción.

Cada jornalero puede llegar a ganar entre cien y 150 quetzales al dí­a, y muchos aseguran que en una buena semana de trabajo pueden llegar a obtener una paga de 750 quetzales. La mayorí­a confiesa que el dinero no les alcanza, debido a que deben mantener junto a su pareja a una familia de 5 hijos, como es el caso de Vicente Poon, un jornalero de 45 años que lleva diez años dedicándose a esta profesión.

Debido a la crisis que existe, afirman ser ví­ctimas indirectas de la escalada de precios mundial, debido a que por el incremento de precios desde el año pasado del cemento y otros materiales de construcción, las empresas han tenido que disminuir los contratos de jornaleros.

El Ministerio de Trabajo estima que en Guatemala, hay 234 mil personas desempleadas. La tasa de desempleo se ubica en 5.49 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), casi el triple que en 2002 (1.84 por ciento). Casi la mitad de los desempleados se ubican entre los 31 y 50 años de edad (111 mil personas), debido a que las empresas prefieren contratar personas más jóvenes (devengan menores salarios por realizar la misma función).