El título de esta nota fue extraído de un poema del poeta quiché Humberto Ak»abal. Es también una de las citas que recupera el libro fotográfico «Rescatando Nuestra Memoria» de Jonathan «Jonás» Moller y Derrill Brazzy, quienes contaron con el apoyo de varios activistas en derechos humanos de nuestro país, y reúne una serie de fotografías e información acerca del conflicto armado interno vivido en nuestro territorio, relatando con fotos el dolor y la tristeza sentidos por las poblaciones desarraigadas durante esta violenta etapa en nuestra nación.
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En una pequeña entrevista concedida por Jonás Moller a este vespertino, un día después del lanzamiento oficial del libro, resaltó la importancia y el enorme valor del mismo para todos los guatemaltecos, y utilizando una célebre frase de Monseñor Juan Gerardi, explicó: «Conocer la verdad duele, pero es sin duda una acción altamente saludable y liberadora», refiriéndose a la importancia de conocer el pasado de nuestra nación.
Moller expresó que él vivió el conflicto armado interno casi en su final, desde el año 1993, primera vez que ingresó al país por su labor como activista en derechos humanos de una organización de Estados Unidos.
«Más que ver el dolor de la gente, lo sentí en carne propia y eso ha cambiado mi forma de ver las cosas; he absorbido todo lo vivido y me ha cambiado como persona», afirmó el entrevistado.
El libro incluye fotografías de las Patrullas de Autodefensa Civil, de las víctimas directas del conflicto armado interno, de las comunidades desplazadas, Comunidades de Población en Resistencia (CPR), exhumaciones y campamentos de refugiados y de retornados.
Las fotografías tomadas por Moller las realizó mientras trabajaba como fotógrafo forense de la organización Paz y Reconciliación en Quiché y se adentró en la selva a vivir lo que el pueblo guatemalteco se encontraba pasando.
Califico este material fotográfico como un «regalo» para el pueblo de Guatemala y como un instrumento pedagógico que podría ser utilizado para mostrar lo ocurrido durante la época más «sangrienta» de nuestra nación.
El mismo será distribuido en la mayoría de casos de manera gratuita. Imprimieron 20 mil ejemplares y la mitad de las ganancias que pueda obtener del material fotográfico tomado en nuestro país, ya sea en talleres, en exposición o con materiales como este, las compartirá en un 50 por ciento con la Asociación por la Justicia y la Reconciliación en Guatemala.
Conocer el pasado es importante, expresó el entrevistado al referirse a que la juventud no conoce lo que pasó en años anteriores y que eso es lo que pretenden con este libro, que la población en general y más las nuevas generaciones, conozcan su pasado.
Afirmó que ha habido poca voluntad del Gobierno para dar a conocer lo sucedido y para sanar las heridas que la guerra civil dejó en Guatemala y que los avances en este tema han sido pocos.
«Ha habido cambios y avances positivos, pero sólo algunos y no los suficientes», aseveró Moller.
Entre los avances que él ha observado en nuestra sociedad, luego de firmados los Acuerdos de Paz, resaltó la labor del Ejército en la actualidad, dando seguridad ciudadana y el resarcimiento que ha dado el Estado a víctimas y sobrevivientes, como tierras, vivienda y ayuda económica.
Pero también faltan cosas por hacer; explicó que en cuanto la educación falta aplicar su cobertura, dar más oportunidades de participación en la política a los jóvenes indígenas, reducir los niveles de pobreza y acabar con la corrupción e impunidad.
«El racismo y la discriminación siguen siendo fuertísimos en el país, pese al trabajo que se realiza por las organizaciones para lograr una igualdad», manifestó el entrevistado.
Entre los lugares fotografiados por Moller, podemos mencionar, Quiché, Petén, Huehuetenango, Alta Verapaz y parte de la costa sur.
Asimismo cuenta con testimonios y relatos de personas sobrevivientes de las políticas de opresión utilizadas en esa época.
Detalló que la idea de realizar este libro surgió por el trabajo que ha realizado como activista en derechos humanos en Guatemala y por la inclusión de su país (EE.UU.), en las guerras internas de varios países latinoamericanos. Recordó aquellos tiempos en los que anduvo entre la selva, con botas de hule, y realizando su labor social, escuchando los disparos y aprendiendo a vivir con la fuerte presencia del Ejército.
«Primero, resistimos al Ejército y a la muerte violenta. Después aguantamos hambre, enfermedades, frío y lluvia. Pero aún después de que todo eso desaparece, continuamos resistiendo la pobreza, la injusticia, la discriminación y la marginación; resistimos un sistema y un mundo donde el poder y la riqueza se concentran en las manos de unos pocos y donde la mayoría está cada día más aislada y pobre. Esta lucha no es solamente nuestra lucha, también es tu lucha».