Si hubiera sabido los riesgos, no filmo»


«Si hubiera sabido los riesgos que í­bamos a correr, no habrí­a hecho la pelí­cula», declaró el director brasileño José Padilha, cuya obra «Tropa de élite», coronada con el Oso de Oro del Festival de Berlí­n, se estrena la semana próxima en Francia.


«Tropa de élite», que desencadenó desde su presentación en el Festival de Berlí­n no pocas polémicas, narra la violenta acción en la lucha contra el tráfico de droga en las favelas de Rí­o de una policí­a corrupta.

Ultraviolenta y filmada a un ritmo vertiginoso, la pelí­cula tuvo los laureles de un gran festival internacional y un gran éxito de taquilla en Brasil, pero su ambigí¼edad le atrajo también ásperas crí­ticas. La revista Variety la calificó incluso de «celebración de la violencia» y de obra «de reclutamiento para bestias fascistas».

Crí­ticas que el director brasileño rechaza: «Vincular mi pelí­cula y el fascismo es ignorar el sentido de esta palabra. El fascismo es un movimiento polí­tico totalitario cuyo objetivo es controlar el Parlamento, los medios de comunicación, la educación. La policí­a de Rí­o no trata de controlar todo, su violencia tiene un objetivo totalmente diferente», argumenta Padilha.

En Rí­o, «en los últimos 20 años hubo ocho de gobierno «travalhista» y cuatro de gobierno socialista, y la violencia siguió siendo la misma. Mi pelí­cula muestra que la violencia en Brasil no es el resultado de una guerra privada entre la policí­a y los capos de la droga, como suele verse en el cine. Mi pelí­cula es percibida como una provocación porque muestra que toda la sociedad, incluso las clases medias cuando deciden consumir droga, financia el tráfico de droga», agregó.

El director evocó las dificultades que afrontó para hacer su pelí­cula.

«Se puede rodar en una favela controlada por traficantes (es el caso de mi pelí­cula, como también las de Fernando Meirelles o Walter Salles) cuando ellos lo autorizan. Hay dos maneras de obtener esa autorización: dirigirse a los jefes de las redes de traficantes o a las asociaciones de vecinos», explicó, agregando que esta última alternativa «es más riesgosa, pero puede contribuir a reducir la influencia de los traficantes».

«Hay que tratar de dar trabajo en el rodaje a los habitantes, ayudar a proyectos sociales, pero no dar dinero en efectivo, porque ese dinero terminará en el bolsillo de los traficantes»: esa fue la opción de Padilha, pero el director desaconseja a otros seguir sus pasos.

«No recomiendo mi método, puesto que cuatro colegas fueron secuestrados durante el rodaje, y se nos robó material. La filmación debió ser interrumpida durante dos semanas, y tuvimos que encontrar favelas sin tráfico de droga para seguir rodando», cuenta.

«Hoy cuando repienso lo ocurrido me digo que si hubiera sabido los riesgos que í­bamos a correr no hubiera hecho la pelí­cula», señala.

Y todo no terminó ahí­. Cuando «Tropa de élite» estuvo terminada, el Batallón de Operaciones Especiales de la «policí­a trató de impedir su estreno», señaló.

«Tuvimos suerte porque la justicia decidió rápidamente autorizar la exhibición de la pelí­cula», acotó.

El director reconoce que el haber sido premiado en Berlí­n ayudó a que la pelí­cula fuera adquirida para ser distribuida en el extranjero, pero lo más importante para él fue recibir «el premio de manos de Costa-Gavras».

«Fue simbólicamente muy importante para mí­, porque Costa-Gavras es un verdadero héroe en América Latina, él comprende el continente, y comprende la pelí­cula», dijo.