Siempre que un guatemalteco hace o dice algo bueno, mi primer pensamiento es, que si esta persona fuera extranjera, los funcionarios, los diarios y hasta los intelectuales, abren la boca en forma de admiración.
Aunque este concepto que no es mío, sino de miles de frustrados guatemaltecos al ver que no se reconoce lo nuestro, pues estoy leyendo que entre otras cosas, en un discurso pronunciado por el licenciado don Ramiro Ordóñez Jonama el 14 de mayo de 1983 en la Casa de la Cultura de Zacapa, refiriéndose a Rafael Carrera y Turcios, dijo:
» Fue él, aunque esta verdad se haya querido esconder y tergiversar, quiEn implantó en Guatemala la educación primaria obligatoria y gratuita, y la dio como regalo a su pueblo el 15 de septiembre de 1852, por medio de la ley Pavón (en memoria de don Manuel Francisco Pavón y Aycinena, su impulsor y ponente, (…), y hace ver que posiblemente se oculta por el pecado de haber incluido el estudio del catecismo.
Y continuó el licenciado Ordóñez Jonama (…) Pero los guatemaltecos hemos sido así; malos publicistas de lo nuestro y lucidos en decir mal de lo propio. Nadie recuerda al profundo pensador político que se revela Carrera en su proclama a los costarricenses del 8 de agosto de 1842, cuando les dice: «No aspiramos a hacernos dueños del poder, sino a formar un gobierno de los pueblos y para los pueblos». Veintitrés años más tarde Abraham Lincoln dijo muy parecidas palabras; pero sus escuchas -para buena suerte de Lincoln-Â no eran guatemaltecos; eran norteamericanos y ellos se han encargado de que la frase recorra el mundo en cien idiomas. En cambio, los guatemaltecos lanzamos un crespón de olvido sobre el sublime pensamiento carrerista; y para mayor escarnio de la verdad, lo han llamado analfabeta, oscurantista y salvaje»: Sirva esta parte del discurso de un distinguido guatemalteco para demostrar que destruir lo nuestro no es nuevo, sino que es de generaciones, tal vez por eso los descendientes de españoles nacidos en Guatemala por varias generaciones, acostumbraban a decir «Cuando mi abuelo vino de España (…), esa era una forma de defensa para que los recién venidos no los consideraran burros. Si usted es persona de bastante edad, puede ser que todavía haya oído esta expresión.
Ya hice mi trámite en el Renap para cambiar mi cédula por el DPI. ¿Y usted?