Si en verdad lo dijo, tiene toda la razón


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Se comentó hoy en algunas redes sociales, según me dicen, que el Presidente declaró ayer que el Gobierno tiene mediciones de opinión pública en las que se demuestra que el tema de la corrupción no está en la mente de los guatemaltecos y que mucho de lo que se dice es promovido por un pequeño grupo de personas. Esto en respuesta a preguntas que le hicieron respecto a lo que él declaró en el programa de Univisión cuando el periodista Jorge Ramos le interrogó sobre el tema.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Creo que en parte de lo que afirma el mandatario lleva razón y en realidad hay que decir que mucha razón. No tiene razón al suponer o afirmar que hay una especie de conspiración para arrinconar a su régimen con denuncias de corrupción, pero sí en cuanto a que el guatemalteco en general no se preocupa por ese tema y no forma parte de sus prioridades en cuanto a lo que está ocurriendo en el país. Hace mucho tiempo que en La Hora hemos venido diciendo que desafortunadamente la indiferencia social frente al tema de la corrupción se convierte en carta blanca para que se haga lo que le dé la gana a cualquier político, tanto en los niveles nacionales como municipales, porque no sólo existe la certeza de la impunidad, sino que además la gente no se inmuta cuando ve el cambio de estilo de vida de quienes llegan al poder.
 
 No he podido escuchar la declaración del Presidente, pero lo que me dicen es que afirmó que se trata de puro chismorreo de grupos opositores eso de estar señalando que hay corrupción en el país. Lo cierto del caso es que en Guatemala nadie ha sido más certero ni categórico que Gunter Messing, el que fuera Director local de la Organización Internacional para las Migraciones, cuando dijo que en nuestro país no hay obra sin sobra. Y es que todo negocio de la administración pública está manchado por la mordida, la coima, el pago de comisiones o, por lo menos, el pago de favores a los que financiaron las campañas políticas. Pero no hay contrato, compra o concesión que haga el Estado en donde no esté de por medio el corrupto interés de políticos y de empresarios (algunos de ellos muy forondos) que se embolsan el dinero público.
 
 Ahora bien, que la gente no se inmute ni proteste, ni coloque el tema de la corrupción en el tope de la agenda de sus preocupaciones, eso es absolutamente cierto, irrefutable y dramáticamente real. Pero ello no quiere decir que no haya corrupción en el país. Sería tanto como decir que si la Contraloría de Cuentas no formula cargos contra los funcionarios es porque acá todo se hace bien y con apego a la ley. Mamolas, solía decir mi abuelo, porque aquí todos sabemos cómo se gestiona lo público. Personalmente creo que lo que pasa es que la gente sabe que por mucho que diga, haga o vuelva, no se logra nada porque el contubernio de los poderes fácticos que se hartan con la corrupción es de tal magnitud que nada hay por hacer. Y eso provoca entre los ciudadanos un comportamiento en alguna medida cínico, porque muchos piensan que en vez de estar alegando, lo mejor es ver si uno puede sacarle raja al sistema, al jueguito que todos juegan.
 
 Suena muy dura la expresión de que somos un pueblo que no se desvela ante lo que está pasando y cómo está pasando, pero es una realidad que apenas un puñado de guatemaltecos mantenemos la lucha constante contra la corrupción con el sueño de que algún día el Estado pueda aprovechar sus recursos para impulsar el desarrollo humano y no la riqueza de unos pocos.